(AZprensa) Todos hemos estudiado (cuando había que aprobar para pasar de curso, no como ahora en que se premia la ignorancia y aborregamiento) la escala de dureza de los minerales, conocida como “Escala de Mohs”, un geólogo alemán que en 1.825 propuso una relación de 10 minerales, desde el más blando al más duro, es decir, el que es capaz de rayar a otro sin que ese otro lo raye a él.
Dicha escala, de más blando a más duro, estaba formada por los siguientes minerales: Talco, yeso, calcita, fluorita, apatita, ortosa, cuarzo, topacio, corindón y diamante. (Yo mismo tengo los nueve primeros y sólo me falta el último para completar la colección, así que si alguien quiere regalármelo, se lo agradeceré).
Dicha escala, de más blando a más duro, estaba formada por los siguientes minerales: Talco, yeso, calcita, fluorita, apatita, ortosa, cuarzo, topacio, corindón y diamante. (Yo mismo tengo los nueve primeros y sólo me falta el último para completar la colección, así que si alguien quiere regalármelo, se lo agradeceré).
A lo que iba, ahora resulta que se ha descubierto un mineral más duro que el diamante: la lonsdaleita. Bueno, en realidad se descubrió en 1967 en el cráter Barringer de Arizona (Estados Unidos) y le dieron ese nombre para hacerle la pelota a la critalógrafa Kathleen Lonsdale, la primera mujer socia de la Royal Society of London. Pero en realidad nadie creía entonces que fuera un nuevo mineral sino una variante anómala del diamante.
Ha sido ahora, mediante la publicación de un estudio en la revista “Proceedings of the National Academy of Science” donde se ha demostrado su diferencia estructural que le confiere el derecho a ser considerado como un nuevo mineral.
La lonsdaleita (le podían haber puesto un nombre más fácil) se puede formar, al igual que el diamante, mediante alguno de estos tres procesos: (1) Cuando el carbono está sometido mucho tiempo a altas presiones y temperatura; (2) tras un golpe, como la colisión de un meteorito; (3) por los vapores desprendidos del grafito, que se irían pegando a una pieza ya existente de diamante haciéndola crecer de tamaño.
Las pocas muestras encontradas de este nuevo mineral parecen confirmar en cierta medida la segunda de estas opciones, y se piensa que ha sido el impacto de meteoritos el que ha dado lugar a la formación del mismo, tal como sucedió en el cráter Barringer hace 50.000 años.
La lonsdaleita (a ver si somos capaces de aprendernos el dichoso nombre) tendría muchísimas utilidades, por ejemplo, en el campo de la minería o la industria aeroespacial, pero salvo que seamos capaces de crearla en laboratorio, las muestras que pueda haber disponibles en nuestro planeta son muy escasas y la posibilidad de obtener más no sería de nuestro agrado: tendría que bombardear la Tierra una gran cantidad de meteoritos. Total, que sería peor el remedio que la enfermedad.
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