(AZprensa) Uno de los santos españoles más venerados es San Isidro, sobre todo en Madrid, ciudad de la que es patrono. A tenor de lo que cuentan, sobre todo de su milagro más famoso (un ángel araba sus campos mientras él se echaba una siesta), hay que reconocer que San Isidro era “muy español” porque la holgazanería siempre ha sido muy típica en España y no sólo eso, sino que es vista como algo gracioso e incluso como algo que a todos los españoles les gustaría hacer, es decir: no hacer nada.
Para lo que los españoles siempre han tenido tiempo (e ingenio) además de para la holgazanería, ha sido para hacer chistes y bromas, tal como cuentan –en este caso- unas aleluyas de principios del siglo XX:
Para lo que los españoles siempre han tenido tiempo (e ingenio) además de para la holgazanería, ha sido para hacer chistes y bromas, tal como cuentan –en este caso- unas aleluyas de principios del siglo XX:
“Isidro deja de arar,
que es oficio muy cansado,
y túmbate a descansar
bajo este árbol sombreado”.
Se cuenta que el gran escritor Miguel de Unamuno le estaba relatando a un ciudadano inglés este “milagro” de San Isidro, a lo que el citado inglés respondió: “¡Oh, qué santo tan español!”.
Ser vago siempre se ha considerado algo “muy español” y lejos de ofender al resto de los conciudadanos se toma como algo gracioso, bien visto socialmente e incluso envidiable.
Un idioma muy peculiar de un lugar de La Mancha que se resiste a desaparecer:
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