(AZprensa)
Recientemente se ha hablado de lo que tardan en llegar a España los nuevos
medicamentos, en base al informe anual “Indicadores de acceso a terapias
innovadoras en Europa 2022” (“W.A.I.T. Indicator”) que analiza el estado de la
financiación pública a 1 de enero de 2023 de los medicamentos autorizados entre
2018 y 2021.
Según
este informe, en los últimos años ha ido aumentando el tiempo de espera año
tras año. Si ya el año pasado había que esperar 517 días, ahora esa espera es
de 629 días. ¿Y sabéis cuántos días establece la ley que se puede esperar? Pues
–agárrate- 180 días. Has leído bien. La legislación española establece que en
180 días se tiene que haber resuelto la incorporación de nuevos medicamentos al
sistema sanitario público español, y la realidad es que cada año hay que esperar
más que el anterior y ahora llegamos al récord histórico de espera de 629 días.
Para
colmo, los nuevos medicamentos que consiguen su aprobación, lo hacen con muchas
restricciones para su uso, bien sea con menos indicaciones de aquellas para las
que sirve, o con menos tipos de pacientes que se puedan beneficiar de ellos. En
concreto, en España, 50 de los 98 nuevos medicamentos aprobados en ese periodo
lo han hecho con restricciones, un 51% frente al 41% del año anterior. Pero ¿es
común este tipo de restricciones en otros países? Los datos son demoledores:
Alemania (1%), Italia (12%), Francia (17%).
Hasta
aquí lo que se ha dicho en aquellos medios de comunicación (pocos) que han
dicho algo al respecto. Pero ahora vamos a dar la verdadera razón que hay
detrás de todo esto, algo que no dice ningún medio de comunicación y que sólo
conocen (pero callan) aquellos que trabajan en la industria farmacéutica…
Cuando
un laboratorio farmacéutico termina la investigación clínica de un nuevo
medicamento, presenta la solicitud de autorización a un país de referencia (el
que quiera el laboratorio) y a la Unión Europea. Cuando la Unión Europea
concede la autorización, el laboratorio ya lo puede presentar para su
autorización a todos los demás países. Pero, hay una pega: Cada uno de esos
países que autorice el nuevo medicamento debe fijar un precio de venta del
mismo (estamos hablando de medicamentos de prescripción cuyo principal cliente
en todos los países son los sistemas sanitarios públicos, es decir, los
Gobiernos de cada país).
Como
los laboratorios han invertido mucho dinero y años en su investigación y
desarrollo, quieren un precio lo más alto posible, y como los Gobiernos son
quienes van a tener que pagar ese precio, quieren que el precio sea lo más bajo
posible. Se establece así un regateo entre ambas partes, hasta que finalmente
se llega a un acuerdo (ese “finalmente” ya hemos dicho que en España ha batido
el récord de 629 días superando exageradamente los 180 días que marca la ley.
Y
te preguntarás ¿por qué tardan tanto en España para ponerse de acuerdo en el
precio? Pues porque España es tan rácana que quiere pagar el precio más bajo
posible. Al Gobierno le importa un bledo que los pacientes no puedan
beneficiarse de esos nuevos medicamentos; sólo le importa pagar menos. Así que
el Gobierno opta por la siguiente estrategia: Pone pegas y pegas y va alargando
el plazo para que sean otros países quienes lo vayan autorizando antes y así
esperar hasta que ya esté disponible en casi todos los países y entonces elegir
el precio más bajo que se haya fijado en alguno de ellos, tomando ese precio
como modelo. “Si Grecia o Albania –por ejemplo- han aprobado ese precio (el más
bajo de Europa), pues ese es el precio que ofrecemos nosotros”, es lo que dicen
las Autoridades sanitarias españolas al laboratorio.
El
laboratorio se lleva las manos a la cabeza. Intenta regatear de nuevo, la mayor
parte de las veces sin éxito. El producto ya está disponible en casi todos los
países, y los pacientes de todos los países se benefician del mismo, pero aquí
en España, hay que seguir esperando el milagro de que el Gobierno afloje un
poco y permita un precio un poquito más alto que el precio más bajo de Europa, o
que simplemente el laboratorio tire la toalla (que es lo más habitual) y acepte
ese precio de saldo, entre otras cosas, porque con todo este proceso ya han
pasado dos años de negociaciones que representan dos años menos de ventas y de exclusividad
de patente, y en cuanto se acabe esta cualquier otro laboratorio podrá copiar
el medicamento y aceptar ese precio e incluso uno menor ya que no tendrá que
amortizar ninguno de esos miles de millones y años de estudio y trabajo que
llevó el descubrimiento y desarrollo del citado medicamento.
Esta
es la verdadera razón. Por eso tardan tanto en llegar a España los nuevos
medicamentos. Nuestras Autoridades sanitarias esperan todo el tiempo que sea
necesario hasta ver cuál es el precio más bajo que se concede en Europa y es,
entonces, cuando ellos fijan para España ese mismo precio. El que los pacientes
tengan que esperar tanto tiempo les da igual, el caso es pagar lo mismo que
pague el país más pobre de Europa.
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