viernes, 3 de enero de 2025

La obra del espíritu nunca muere (3)

(AZprensa) Allí coincidió igualmente con Agathe, y ambas vivieron en la misma pensión en Berlín. Como reconoció su compañera y amiga Agathe, el talento de Erika fue una inspiración permanente: “Sólo escucharla tocar, es suficiente para que mis ganas de seguir mejorando no se calmen ni un momento y que nunca deje de trabajar para superarme”. A lo largo de los años, las dos artistas fueron comparadas a menudo, pero tanto ellas como los críticos descubrieron que no había competencia entre ellas sino complicidad y que se complementaban perfectamente la una a la otra.
Como dejó escrito Agathe, Erika “es la joven más amable que he conocido, nos ayuda constantemente, irradia alegría y siempre da lecciones o practica ella misma; es una persona fuerte, enérgica, certera en sus opiniones, y tan amable y buena, que todavía no he encontrado nada que reprocharle”. Y allí estaba estudiando también, desde dos años antes, el joven Rikard Nordraak, de 17 años.
 
La madre, Ingeborg Lie, murió en junio de aquél año. Su fallecimiento afectó a las dos hijas y las unió aún más. El joven y prometedor Nordraak componía melodías por la noche y a la mañana siguiente se las presentaba a las dos jóvenes. Nordraak era primo del ya popular poeta Bjørnstjerne Bjørnson y, aprovechando una visita de este a Berlín, le compuso música para varios de sus poemas. Cuando en otoño de 1863, Nordraak regresó a Noruega, escribió una carta a Ida, en cuyo margen estaba la melodía que había escrito para uno de los poemas de su primo: "Sí, amamos". Esta canción se estrenó el 17 de mayo del año siguiente.
 
Nordraak seguía componiendo y tan pronto como tenía terminadas sus nuevas melodías, se las presentaba a las dos hermanas. Quedó tan cautivado por ellas, que al poco tiempo se comprometió con Erika. "La inspiración más fuerte es Erika Lie. Sólo escucharla tocar, es suficiente para que mi ambición nunca me deje descansar, y que nunca pueda trabajar lo suficiente para ello", declaró. Se comprometió con Erika y le dedicó la pieza "Scherzo capriccioso". Aunque aquel enamoramiento de juventud y compromiso duró poco, sí que dejó una imborrable huella en ambos.
 
En mayo de 1865, Nordraak regresó a Berlín y en otoño contrajo la tuberculosis, la cual llevó a su fallecimiento el 20 de marzo de 1866. Erika se encargó de que muchas de las melodías de Nordraak pasasen a la posteridad al incluirlas de forma recurrente en su repertorio. En total, las dos hermanas vivieron cinco años en Berlín y, al cabo de un tiempo, Erika se convirtió ya de manera oficial en profesora en la academia.
 
En la primavera de 1866, Erika hizo su debut en el Königliches Schauspielhaus de Berlín. Después regresó a Noruega para dar conciertos, si bien en el año 1868 estuvo en París para estudiar con el alumno de Chopin, Thomas Tellefsen, lo cual sentó las bases para sus destacadas interpretaciones posteriores de Chopin. En abril del mismo año, el principal diario de Noruega, “Aftenposten”, informaba de la presencia de Erika en Londres, donde, entre otras cosas, actuó para la princesa de Gales, la princesa heredera Alexandra, que estuvo casada con el posterior rey Eduardo VII. Allí conoció a la mundialmente famosa cantante sueca Jenny Lind, con quien sintió un intenso parentesco musical.
 
Durante la década de 1870, las dos hermanas actuaron a menudo en el mismo escenario. Se complementaron de manera excelente. El famoso pianista y director de orquesta Hans von Bülow las bautizó como “The Wing sisters” (“Las hermanas voladoras”). Se decía que Ida y Erika eran tan parecidas “como dos guisantes”, expresión noruega cuyo equivalente en español es decir que dos personas se parecen tanto “como dos gotas de agua”. Tanto Hans von Bülow como Edmund Neupert, que también estudió con Kullak, las consideraban como las pianistas más destacadas de la región nórdica. Ellas divulgaron, a través de multitud de conciertos, la música de Edvard Grieg y otros compositores noruegos, poniendo la música noruega en el mapa artístico europeo.
 
Por su parte, Erika, desde el año 1870 impartió clases en el Conservatorio de Música de Copenhague e igualmente fue nombrada miembro de la Real Academia de Música de Estocolmo. Al año siguiente realizó una gira europea y tocó en Alemania, Países Bajos y Suiza, entre otros lugares. El diario noruego “Bergens Tidende” decía de ella que “nos encontramos ante un talento considerable”. Memorable fue la gran ovación que cosechó en 1871 tras su actuación en Leipzig, en el mismísimo Gewandhaus, en donde  una crítica inusualmente efusiva la comparó con su propia virtuosa del piano Clara Schumann.
 
De allí viajó –vía París- a Ámsterdam para asistir a un concierto de celebración en honor del rey de los Países Bajos. Pero tantos viajes por toda Europa, cuando los medios de transporte no eran los que tenemos hoy, fueron minando su salud y su estado de ánimo, lo que la llevó a regresar a Noruega en 1872.

Imagen: Erika Nissen dibujada por Christian Krohg.

Continuará…
 

Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros están disponibles en Amazon:
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