(AZprensa) El laboratorio farmacéutico
GlaxoSmithKline, más comúnmente conocido por sus siglas GSK, no está en su
mejor momento y eso que no hace mucho, en 2013, fue elegido como la mejor
empresa de su sector para trabajar. Sin embargo, su alejamiento de la sociedad
no hace sino empeorar día a día su imagen.
Hace unos días, se supo que un lote de su producto Ventolin
se había contaminado con otro producto lo que había obligado a retirarlo del
mercado. La noticia salió en muchos medios de comunicación, tanto
especializados como generales, y corrió como la pólvora por las redes sociales
(en donde GSK brilla por su ausencia). Desde GSK el silencio fue su respuesta
aunque, evidentemente, sí que retiraron rápida y eficazmente dicho lote porque,
para tranquilidad de los pacientes, la industria farmacéutica tiene los
resortes necesarios para saber a dónde a ido a parar cada envase de medicamento
y si alguna vez ocurre algo así poder retirarlo de inmediato. Pues bien, GSK lo
retiró del mercado sin más problemas pero fue incapaz de dar la cara, asumir el
error e incluso de darle la vuelta a la tortilla y presentar este accidente
como una muestra de la eficacia del funcionamiento de nuestra distribución
farmacéutica y del permanente seguimiento que se hace.
Cuando apenas ha salido de este embrollo, ahora ha sido
incapaz de atender algunos pedidos de sus vacunas lo que ha obligado a
autonomías como la de Cantabria a suspender la vacunación de recuerdo de tos
ferina, difteria y tétanos por los problemas de fabricación de GSK. La voz del
laboratorio tampoco se ha hecho oír en esta ocasión.
Pero es que sólo hay que entrar en la página web de este
laboratorio para observar que no existe en la misma ningún apartado de “Sala de
Prensa”, ningún lugar donde publique sus Notas de Prensa, ningún teléfono o
e-mail de contacto para atender a los periodistas e informadores. GSK es, pues,
un laboratorio mudo y eso que estamos hablando del séptimo que más vende en
España, concretamente 610 millones de euros en el último año.
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