(Diario El Inefable) Hoy queremos compartir con nuestros lectores el artículo
publicado en el blog "Descubriendo talento" por Isabel Iglesias, directora
asociada de Talentia Human Resources:
SEÑORES DE RRHH: ¡NECESITAN UN DESPIDO EN SU
CURRICULUM!
Hace 7 años me despidieron.
En algún post ya he comentado lo que supuso para mi aquél despido: una
especie de mezcla entre miedo y liberación.
Liberación porque sentía que me estaba aferrando como
una descosida a un puesto de trabajo que no me aportaba absolutamente nada, en
una empresa tóxica, con una
cultura organizacional basada en el miedo y con compañeros que estaban más
preocupados en ponerse a salvo ellos que en girar la cabeza para ver qué te
estaba pasando.
Curiosa la reacción del ser humano cuando sentimos peligrar algo que
forma parte de una aparente “estabilidad“.
Preferimos seguir sufriendo y pasándolo mal pese a que sabemos de sobra
que no es nuestra mejor opción y, lo que quizá es peor, no hacemos nada por
cambiar esa situación sino que esperamos a que el tiempo termine por aclararnos
el camino.
Y miedo por no saber cómo podía afectar a mi
carrera profesional y cómo podría ser interpretado de cara a un nuevo proceso
de selección.
En aquellos momentos me parecía que lo más difícil era tratar de
explicarle a alguien que iba a estar al otro lado de la mesa, aquél que tantas
veces yo había ocupado, por qué me habían despedido. O más bien que (no) había
hecho para que se produjese.
Una de las cosas que descubrí a raíz de aquél despido es que pienso que TODOSnecesitamos pasar por ahí en algún momento de
nuestra vida profesional.
Y lo necesitamos por varias razones:
- Por muy empáticos que
queramos ser, que hay mucha gente que lo es, hasta que no se pasa por un
despido que no nos esperábamos, difícilmente seremos capaces de entender qué
significa.
Hasta que me despidieron me consideraba una persona empática con la
gente a la que había tenido que despedir.
Era capaz de “casi” entender sus emociones, les
apoyaba, animaba y les ayudaba en todo lo que estaba en mi mano para hacerles
el trago menos amargo de lo que ya de por sí era.
No nos engañemos: no fui capaz de llegar a entender esa especie de
sentimiento depérdida y desgarro interior que se siente
cuando sabes que de la noche a la mañana ya no verás a tus compañeros, ni
encenderás el ordenador, ni te tomarás ese café con tal compañer@, hasta que me
vi en esa misma situación que tantas veces había vivido como espectadora.
- A raíz de aquél
despido empecé a ver de una forma muy distinta a todas aquellas personas que
entrevistaba y que habían pasado por esa misma situación.
Algo que nos suele ocurrir a los reclutadores es que cuando cae en
nuestras manos un currículum de una persona que intuimos que ha sido despedida
o nos lo menciona en una entrevista, solemos pensar que algo no funciona bien. Aunque muchos
entrevistadores no lo reconozcan, suele ser habitual que en algún momento de la
entrevista esa idea sobrevuele y que tratemos de averiguar si la persona que
tenemos delante se ha “merecido o no ese despido“.
Sin embargo, esa sensación cambia cuando nosotros hemos pasado por ahí.
Somos conscientes de que en muchas ocasiones las decisiones de las empresas de
prescindir de alguien no se rigen precisamente por criterios objetivos.
- Me parece
sumamente injusto que un hecho que puede ser debido a factores que, incluso se
escapan a nuestro propio control, condicione nuestra carrera profesional.
Hace algún tiempo una empresa rechazó a un candidato que le había
presentado y que reconoció que encajaba como un guante en el puesto de trabajo
por un tropiezo que había tenido esa persona a nivel laboral hacía ¡10 años!. Y
encima era un puesto de trabajo que no tenía nada que ver con el de la vacante
para la que se había presentado.
¡10 años!
¿Cuántas cosas podemos aprender,
mejorar y desarrollar en ese tiempo?
Y no estoy hablando de algo serio que hubiese podido llevar a la
bancarrota a la empresa. Era un tropiezo a nivel laboral como el que podemos
tener cualquiera de nosotros.
¿Crees que alguien
que ha pasado por un despido no es un buen candidato?
Recuerdo uno de los despidos más amargos que he tenido que hacer en
todos estos años: se trataba de una persona que yo había contratado unos años
antes y tras una serie de cambios en un departamento, el director del mismo
decidió que ya no la quería.
En realidad no había cambiado nada. Ella seguía siendo la misma persona
de siempre y trabajaba de la misma manera. Lo triste del asunto era que la
verdadera razón obedecía al puro capricho de este directivo.
Como profesionales de Recursos Humanos suele ser frecuente que nos
encontremos en la tesitura de tener que defender una decisión que no hemos
tomado y que, incluso, ni siquiera compartimos. Y además ser capaces de
transmitirlo con todo el cariño del mundo para no dañar más si cabe la
autoestima de la persona a la que se lo estamos comunicando.
Aquél día no tenía ni motivos ni argumentos para decirle. No podía
inventarme algo que no existía y además tenía que tratar de dejar “en buen lugar” a
la empresa.
Tiempo después pensé qué habría dicho esa persona en la siguiente
entrevista cuando le preguntasen por qué había dejado de trabajar en la
empresa. Y no creo que pudiese decir mucho porque la realidad es que nunca hubo
motivos.
Eso mismo nos puede suceder a cualquiera. Pese a que lo edulcoremos y
disfracemos frente a un reclutador, la realidad es que hay despidos que se
hacen a capricho y que no hay mucho que se pueda decir.
Quiero acabar este post con una reflexión final en forma de pregunta:
¿Cuánto tiempo de nuestra vida
necesitaremos para borrar de nuestro currículum un despido?
El próximo 8 de Septiembre estaré en la Unir impartiendo una OpenClass
online sobre cómo reclutar en LinkedIn, Facebook y Twitter. La asistencia es
gratuita.
Isabel Iglesias, directora asociada de Talentia Human Resources
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