(AZprensa) En una reunión organizada por la Asociación
Española de Vacunología (AEV) y la Asociación Nacional de Informadores de la
Salud (ANIS), se han abordado algunos de los asuntos que generan más polémica
en torno a las vacunas, como la seguridad y las críticas de los denominados
movimientos antivacunas, y todos los ponentes del seminario han coincidido en
señalar que el beneficio de las vacunas aprobadas siempre supera a sus riesgos.
El Dr. Amós García ha recordado que “el caso del niño que
falleció por difteria en 2015 por no estar vacunado nos demostró lo que puede
pasar si se baja la guardia con las vacunas”. Ante situaciones como ésta,
también surge el debate de la obligatoriedad. ¿Deberían estar obligadas las
familias a vacunar a sus hijos? Los expertos reunidos en el seminario han
coincidido en que la inmunización nunca debe ser impuesta. Para el Dr. Navarro,
la solución pasa por “trabajar con las familias que muestren dudas e informar
para que los padres decidan libremente con toda la información veraz
disponible”. En palabras del Dr. Amós García, “uno de los grandes problemas de
las vacunas es su éxito. Gracias a ellas no vemos casos de polio, de difteria…
y algunos pueden pensar que son cosa del pasado. Pero, si se baja la guardia,
lo que hoy no está aquí puede volver”.
Por parte de la industria farmacéutica, la Dra. Pilar García
Corbeira, directora Médica del área de Vacunas de GSK, ha explicado que las
vacunas son medicamentos biológicos muy diferentes a los fármacos tanto por lo
que se refiere a su desarrollo y experimentación en humanos como a su proceso
de fabricación. “El desarrollo de una vacuna puede durar entre cinco y quince
años desde que se inician los primeros estudios en humanos”, explicando que las
vacunas se ensayan “en varios miles de personas, entre 10.000 y 90.000”, cifras
muy superiores a los ensayos requeridos para la aprobación sanitaria de otros
medicamentos. Esto es en gran parte debido a la necesidad de estudiar lo más
exhaustivamente posible las posibles reacciones adversas puesto que las
vacunas, a diferencia de los fármacos, se administran para prevenir enfermedades
en población mayoritariamente sana.
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