(AZprensa)
El Síndrome del Intestino Corto (SIC) es un trastorno gastrointestinal poco
frecuente que compromete la vida de los pacientes, y ha sido catalogado
como enfermedad ultra-rara por su baja prevalencia (entre 0,4 y 6 casos por
millón de habitantes). Se
caracteriza por una reducción clínicamente significativa de la capacidad de
absorción del intestino a consecuencia de la extirpación quirúrgica de grandes
secciones del mismo, normalmente a causa de anomalías congénitas, enfermedades
o traumas. Si la adaptación intestinal es incompleta, la capacidad de absorción
del intestino residual resulta insuficiente para satisfacer las necesidades
nutricionales, de fluidos, y de electrolitos; esto desemboca en fallo
intestinal, que requiere dependencia crónica de soporte parenteral para
mantener un crecimiento, hidratación, así como niveles de proteínas,
electrolitos adecuados además del equilibrio de los micronutrientes.
El abordaje de tratamiento del SIC va desde el tratamiento
de los síntomas hasta la rehabilitación intestinal para la cual se emplean
tanto técnicas quirúrgicas como tratamientos de nueva generación. En este
sentido con los análogos del GLP-2 se abre una alternativa al manejo de los
pacientes con SIC, llegando no solo a reducir volumen de nutrición parenteral
(NP), y tratamientos concomitantes, incluso a eliminar por completo los
requerimientos nutricionales intravenosos. El trasplante intestinal, siendo
siempre la última opción, está indicado en perfiles de pacientes muy concretos. El 50% de los pacientes con SIC se adaptan espontáneamente
mientras que el otro 50% deben recurrir de forma crónica a la Nutrición
Parenteral Domiciliaria (NPD), la Fluidoterapia (FT) o a ambas (NPD-FT).
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