(AZprensa) Estos son los síntomas que
presenta el “paciente” nada más traspasar la puerta de la consulta: temblores,
tensión muscular, sudoración, sequedad bucal, dificultad para deglutir, crisis
de llanto, dificultad para dormir, pesadillas... e incluso la sensación de
encontrarse completamente solo frente al universo.
Pero ¿qué clase de paciente es
este y a qué especialista acude? Miguel Fernández-Melero
Enríquez, jefe de la Asesoría Jurídica del Colegio de Médicos de Cádiz lo
aclara y explica: ese “paciente” es el médico, y el especialista al que acude
es el abogado.
Comenta que a esos médicos que se enfrentan a la necesidad de acudir a
un abogado “se les distingue desde lejos. Nada más se les abre la puerta
ya se percibe que presentan síntomas característicos. Hay quien los trata de
disimular pero se les nota. Dejando aparte a los que ya tienen experiencia
–pues han circulado por esa vía en alguna ocasión anterior-, una circunstancia
que se da en casi todos los casos es que te miran muy fijamente, como
pretendiendo escrutarte y adivinar lo que les vas a decir, o a ocultar”. Y es
que –como apunta- todos esos síntomas “se corresponden con
estados de estrés, tensión, recelo o nerviosismo”, un estado que “obedece, nada
más ni nada menos, que a la ansiedad que al médico le causan temas jurídicos.
Es auténtico pánico de verse ante un Tribunal de Justicia”.
Por ello,
desde el Colegio de Médicos de Cádiz imparte la receta necesaria para estos
casos: “Lo fundamental es tener confianza en el abogado que sea elegido para
que se ocupe de la defensa, y prepararse para enfrentarse a lo que venga”.
Dicho en otras palabras: confíe en su abogado.
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