(AZprensa) La toxina botulínica, más conocida como “botox” (que es el
primer medicamento que se comercializó) y por el uso y abuso que hacen de la
misma los famosos para eliminar sus arrugas, es uno de los venenos más poderosos
que existen pero también un medicamento. Produce parálisis muscular por
denervación química y esa cualidad se aprovecha para el tratamiento de algunas
enfermedades neurológicas... incluso en niños.
En declaraciones a Acta Sanitaria, la Dra. Carolina Colomer, directora
médica del Servicio de NeuroRehabilitación de Hospitales Nisa, ha declarado que
el uso de bótox en niños “resulta seguro y eficaz en el tratamiento de los
músculos tensos y rígidos” y explica que “lo que se pretende con su infiltración
es que, mientras dura el efecto, se consiga poner las férulas o hacer
ejercicios que antes de la debilitación de los músculos cuestan demasiado”.
“En la actualidad –continúa explicando- la tendencia es iniciar las
infiltraciones a edades cada vez más precoces, para prevenir el inicio de
contracturas fijas e iniciar el correcto aprendizaje motor cuanto antes”. De
cualquier forma, su uso debe estar siempre bajo tutela médica y considerar que
“cada paciente es distinto, por este motivo, en líneas generales, su efecto se
empieza a notar a las 24 ó 48 horas de la infiltración, alcanzando su pico
máximo a las tres o cinco semanas, y suele durar entre tres y seis meses”, e
incluso “la infiltración se puede repetir a partir de los tres meses de la
anterior, cuantas veces se considere necesario y se vaya viendo que resulta
útil”.
De hecho el 80 por ciento de la toxina botulínica tipo A que se utiliza
en España está dirigida a tratamientos de salud y, en el caso concreto de los
Hospitales Nisa, “lleva más de 15 años tratando a pacientes de
neurorrehabilitación pediátrica”.
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