(AZprensa) Ahora es
posible detectar el VIH tan sólo una semana después de haber contraído la
infección, gracias a un nuevo biosensor desarrollado por investigadores
españoles. Los experimentos, realizados con suero humano, detectan el antígeno
p24, una proteína presente en el virus del VIH-1, en unas concentraciones
100.000 veces inferiores a las que lo detectan los sistemas actuales. Además,
el tiempo total del ensayo es de sólo cuatro horas y 45 minutos, por lo que los
resultados clínicos se pueden obtener en el mismo día.
La infección aguda por virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH) se define como el tiempo desde la adquisición del virus hasta la
seroconversión, es decir, la aparición de anticuerpos detectables para el VIH
en la sangre. “Esta nueva tecnología es capaz de detectar p24 en
concentraciones hasta 100.000 veces inferiores que la última generación de
inmunoensayos aprobados y 100 veces inferiores que los métodos de detección en
sangre de ARN viral. Esto reduce la fase indetectable después de la infección a
solo una semana”, señala la investigadora del CSIC Priscila Kosaka, del
Instituto de Microelectrónica de Madrid.
La duración de la etapa entre el contagio y la seroconversión
es de aproximadamente cuatro semanas, por lo que la detección temprana del VIH
es crucial para la mejora de la salud del individuo. “El potencial de
infectividad del VIH en la primera etapa del contagio es mucho mayor que en
etapas posteriores. Por tanto, el inicio de la terapia antirretroviral antes de
la seroconversión mejora el control inmunológico”, añade la investigadora.
Esta
tecnología, patentada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), está siendo aplicada también para la detección precoz de algunos tipos
de cáncer. “El chip en sí mismo, la parte física, es el mismo para las pruebas
de VIH que para la de los biomarcadores de cáncer. Lo que cambia es la parte
química, la solución que colocamos para que reaccione según lo que estamos
buscando. Por eso, nuestro trabajo fundamental se centra en desarrollar
aplicaciones para esta nueva tecnología”, señala el investigador del CSIC
Javier Tamayo, que trabaja en el Instituto de Microelectrónica de Madrid. Además, “el biosensor usa estructuras que se
fabrican con tecnologías bien establecidas en microelectrónica, lo cual permite
su producción a gran escala y a bajo coste. Esto unido a su simplicidad lo
podrían convertir en un buen candidato para ser usado en países en vías de
desarrollo”, añade.
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