(AZprensa) Desde numerosas
instancias profesionales se reclama periódicamente a los políticos que
resuelvan las deficiencias e ineficiencias del sistema sanitario público en la
actualidad. Frente a estas reclamaciones, los políticos responden con buenas
palabras (sobre todo en fechas pre-electorales) para después dejar todo como
estaba. Como muestra baste este extracto de las reclamaciones y propuestas que
hace poco hacía público el Colegio de Médicos de Barcelona y que refleja fielmente
el estado de nuestra sanidad pública, en este caso concreto, de los servicios
de Urgencias:
- La saturación -y ocasionalmente colapso- que
periódicamente se vive en los servicios de urgencias demuestra que, más allá
del actual contexto de epidemia, el origen de esta situación se encuentra en la
suma de varias causas sobre las que hay que actuar de manera decidida y que
tienen que ver con la insuficiencia presupuestaria y la falta de recursos, pero
también con déficits estructurales y organizativos y con la evolución
sociodemográfica de la población.
- La infrafinanciación crónica de la sanidad, sumado a
los recortes presupuestarios de los últimos años han supuesto una gran pérdida
de recursos humanos y de inversiones.
- El esfuerzo y el compromiso de los profesionales que
trabajan en los diferentes niveles asistenciales está supliendo las
insuficiencias del sistema, a pesar de no recibir el reconocimiento
correspondiente desde la perspectiva profesional y laboral. La mejora de la
financiación debe permitir aligerar las cargas de trabajo, recuperar las
contrataciones y las retribuciones y dar estabilidad a los profesionales.
- El actual modelo asistencial no se ha adaptado a los
cambios sociodemográficos de los últimos años y, en especial, al incremento
progresivo del número de pacientes crónicos, los cuales requieren una atención
integral basada en la coordinación entre los servicios sanitarios, sociales y
comunitarios. Hay que avanzar hacia un modelo de atención integral que
garantice una asistencia de calidad en el domicilio y que permita reservar la
opción de la hospitalización a los casos graves y complejos.
- La saturación en los servicios de urgencias refleja el
impacto que la crisis económica ha tenido en las familias y la capacidad de
respuesta insuficiente de los servicios sociales y comunitarios a la hora de
dar apoyo a pacientes frágiles que a menudo viven solos y que, ante cualquier
descompensación, terminan en el hospital. La debilidad de estas estructuras
tiene un impacto directo en el incremento de la demanda asistencial. Con unos
servicios sociales y comunitarios más fuertes y ágiles sería posible encontrar
alternativas al ingreso hospitalario.
- Hay que reforzar de manera específica el apoderamiento
de la atención primaria y dotarla de más recursos para que pueda tener más
capacidad resolutiva y colaborar estrechamente con el resto de niveles
asistenciales y con los servicios sociales y comunitarios.
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