sábado, 25 de mayo de 2019

Las bacterias intestinales sirven para combatir la obesidad y el estrés


(AZprensa) La microbiota intestinal (la comunidad de microorganismos que habita en el sistema digestivo) juega un papel clave en nuestro organismo: influye en el desarrollo y el funcionamiento de los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso. Ahora, un proyecto europeo coordinado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que una microbiota sana contribuye a regular el apetito, el metabolismo de nutrientes como la glucosa, el peso corporal y la inflamación asociada a la obesidad. Demuestra también la influencia de la microbiota en el neurodesarrollo y la respuesta a estrés, que a su vez influye en el futuro riesgo de desarrollar patologías crónicas metabólicas y mentales.

El proyecto ha identificado nuevas cepas bacterianas intestinales que podrían dar lugar a una nueva generación de probióticos capaces de combatir de una manera más eficaz las patologías crónicas asociadas a la obesidad y el estrés, como el síndrome metabólico y la diabetes, y la depresión.

En concreto, “en uno de nuestros estudios observamos que una dieta poco saludable redujo la diversidad de la microbiota e incrementó la abundancia de proteobacterias (enterobacterias), potencialmente inflamatorias, en niños que inicialmente tenían un peso normal y que durante el período de estudio (4 años) acabaron desarrollando sobrepeso. Por el contrario, en niños que mantuvieron un peso normal se observaron reducciones de este grupo de bacterias”, explica Yolanda Sanz, responsable del grupo de Ecología Microbiana, Nutrición y Salud del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA), de Valencia. Sanz.

Se ha  demostrado que una microbiota sana aumenta la expresión del receptor de dopamina del cerebro, aumentando el control del apetito y reduciendo la ingesta. “Los hallazgos muestran por primera vez en humanos que la microbiota intestinal influye favorablemente en el control del balance energético y así mejora la salud metabólica, regulando el eje intestino-cerebro”, explica la profesora Sanz.

¡Cuidado con las proteínas!

“Aunque las dietas ricas en proteínas son a menudo efectivas para perder peso, el aumento de la ingesta de proteínas también incrementa la proporción de productos proteicos que alcanzan el intestino grueso y son metabolizados por la microbiota del colon, generando compuestos tóxicos”, detalla Sanz. “Nuestro estudio demuestra, por primera vez, que no solo la cantidad de proteína de la dieta es importante, sino también su calidad, y que esto da lugar a la producción de un mayor o menor número de metabolitos tóxicos para el riñón fruto de la actividad de nuestra microbiota. Esto debería tenerse en cuenta en las futuras recomendaciones sobre las dietas altas en proteínas, sobre todo cuando se mantienen de forma prolongada”, añade la investigadora.

“En base a todos estos estudios, el equipo del IATA-CSIC ha generado un biobanco de bacterias intestinales humanas, que constituye un valioso material biológico, que podrá ser explotado para combatir la obesidad y las complicaciones metabólicas y mentales asociadas y para otras futuras aplicaciones en nutrición y en la práctica clínica”, concluye Sanz.

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