sábado, 18 de mayo de 2019

Parkinson: El papel de Enfermería es clave en todas las fases


(AZprensa) Antonia Campolongo, enfermera y coordinadora de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), ha destacado lo importante que es la formación continuada en enfermería “sobre todo en aquellas unidades específicas, como las Unidades de Trastornos del Movimiento, ya que compartir la propia experiencia con otros profesionales tiene como objetivo mejorar la  calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores".

Hay que dar toda la importancia que se merece, al papel de este personal como parte del equipo interdisciplinar implicado en el manejo de este tipo de patologías, principalmente en momentos importantes como es la fase avanzada de la enfermedad de Parkinson.

“La enfermera es clave en la actividad de acompañamiento, educación, seguimiento y prevención de complicaciones, entre otras muchas actividades. Concretamente, el párkinson es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que va a necesitar este tipo de acciones, adecuándolas al estadio en el que se encuentre el paciente, en beneficio del paciente y su cuidador/a”, especifica Beatriz González, enfermera y coordinadora de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de la Princesa (Madrid).

A esto añade que “facilitar a los pacientes y cuidadores/as un aprendizaje en torno a la enfermedad, su evolución, síntomas, nutrición, tratamiento, etc, permite conseguir objetivos importantes como ganar la mayor calidad de vida del paciente y por ende de su cuidador/a. Por ello es importante que enfermería esté formada, comparta experiencias en esta clase de jornadas, y que estos conocimientos repercutan en beneficio de los pacientes”.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo, crónico e invalidante que, se estima, afecta a unos 300 casos por 100.000 habitantes, de los cuales un 37%, presenta la enfermedad en estadios avanzados, y, de estos, un 19,5% está en tratamiento con una terapia de segunda línea. Se trata de una patología compleja que cursa con una serie de síntomas, motores y no motores, que suelen aumentar en número y gravedad con la progresión de la enfermedad, con lo que requiere un abordaje multidisciplinar en el que la enfermería ocupa un lugar muy importante.

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