(AZprensa) Hay
miles de ejemplos -como la imagen adjunta- que nos demuestran cómo nos engañan
los sentidos. Es común la frase "lo he visto con mis propios ojos" y
sin embargo la vista nos engaña. Mira la imagen que acompaña este post: parece
que se mueve, y sin embargo es una imagen fija; pero no sólo es la vista quien
nos engaña, también lo hacen los demás sentidos.Nada es lo que parece... ni
siquiera cuando nuestros sentidos nos lo dicen.
El
oído nos engaña:
No
es muy frecuente encontrar ilusiones acústicas, pero aquí tienes una: la escala
Sephard (si escribes esto en Google encontrarás mogollón de información al
respecto). La descubrió el psicólogo Roger Shepard y se trata de un mismo tono
musical que se repite a intervalos; sin embargo nuestro oído (mas bien nuestro
cerebro) lo interpreta como si dichos tonos fuesen subiendo. Aquí tienes un
enlace de Youtube donde puedes escucharlo. Sí, escúchalo varias veces y creerás
firmemente que se trata de una escala ascendente aunque se trata de un mismo
tono repetido igual una y otra vez. Puedes oírlo cuantas veces quieras y te
sentirás igual de engañado por tus sentido. Si quieres comprobar que es el
mismo tono, dale a la pausa después de escucharlo, y al cabo de un instante
dale al play y tras escucharlo de nuevo
la pausa. Así comprobarás que es el mismo tono aunque al escucharlo sin pausas
escuchas algo que no existe.
El
olfato nos engaña:
Realmente
el olfato es el sentido más fácil de engañar. Puedes comprobarlo entrando en
una habitación en la que haya un olor fuerte cualquiera. Al cabo de unos
instantes, dicho olor desaparecerá. Sin embargo el olor no desaparece, es solo
una ilusión, lo que sucede es que las células nerviosas del sistema olfativo se
saturan y dejan de enviar las señales al cerebro. Más fácil aún, puedes oler
una flor o un perfume, al cabo de un rato con la nariz pegada al mismo, dejarás
de olerlo aunque dicho olor sigue allí igual de presente que al principio.
El
gusto nos engaña:
También
el gusto nos engaña. Por ejemplo: ¿has tomado alguna vez un helado con sabor a
vainilla?
Pues
te aseguro que no. ¿Cómo que no? Muy sencillo: la vainilla no es un sabor sino
un olor, pero nuestros sentidos nos engañan y nos hacen percibirlo como un
sabor.
El
tacto nos engaña:
Si
vista, oído, olfato y gusto nos engañan ¿cómo no iba a hacerlo el tacto? La
cosa es bien sencilla, si tocas la superficie de cualquier cosa (solo un poco
para que el detalle de su forma no lo descubra) sin que a su vez estén
presentes los otros cuatro sentidos, es decir sólo con el tacto, comprobarás
que realmente te resulta difícil acertar de qué objeto se trata.
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