(AZprensa) A lo largo de los años he visto cómo medicamentos excelentes han desaparecido porque su ridículo precio de venta no sufragaba los costes de fabricación. Cuando yo era pequeño había un producto que se llamaba Fósforo Ferrero, el cual era ideal para ayudar a los estudiantes, sobre todo en la época de exámenes, ya que avivaba el cerebro y ayudaba a asimilar mejor lo que se estudiaba. Con el transcurso de los años, sin que subiese el precio, el producto dejó de promocionarse porque –aunque seguía dando dinero- sólo se trataba de céntimos y no compensaba ningún esfuerzo promocional.
Entonces el laboratorio, que curiosamente era Latino-Syntex, modificó ligeramente la fórmula añadiéndole algún otro componente y lo registró con un nuevo nombre, Bio-Fósforo Ferrero, y con un precio más alto. Gracias a esta estratagema (que se ha utilizado y se sigue utilizando en la industria farmacéutica), se pudo vender con beneficios durante más años. Yo tuve la oportunidad de probar ese producto y certifico que funcionaba, por eso da mucha pena que productos buenos tengan que desaparecer porque no les dejan actualizar su precio; aunque también habría que dar una colleja a los laboratorios que buscan siempre el máximo beneficio y ponen precios desorbitados a muchos de sus productos. Los precios deberían fijarse en función de lo que cuestan, más un lógico beneficio; en cambio, se fijan poniendo el máximo precio que puedan aceptar tanto los responsables de fijarlo como los pardillos de los consumidores.
1 comentario:
Cierto que funcionaba, menuda maravilla para los estudiantes
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