jueves, 9 de enero de 2020

Un divorcio absurdo: Gastronomía y Nutrición


(AZprensa) Los gastrónomos huyen de los nutricionistas por aguafiestas, y los nutricionistas desconfían de los gastrónomos por ensalzar el placer sobre todas las cosas. De ahí que la gastronomía y la nutrición, que son dos disciplinas que abordan el mismo asunto (lo que comemos y bebemos, es decir, nuestra alimentación) hayan caminado tradicionalmente en paralelo mirándose de soslayo con recelo.

Se ha producido así un divorcio absurdo entre gastronomía y nutrición, cuando la realidad es que ambos estereotipos muestran sus carencias, pues un buen gastrónomo ha de conocer la ciencia que opera tras las viandas que alaba, para así promocionarlas con más acierto, y un buen nutricionista ha de conocer los usos y gustos sociales asociados a las costumbres de sus pacientes, para corregirlas cuando sea necesario.

De todo esto se ha hablado el periodista y escritor David Remartínez, quien pone el acento en que “hoy nuestra alimentación combina cocina tradicional, comida industrial, precocinados, snacks y muchas otras variantes de un hábito diario que ha pasado de necesidad, de hambre, a entretenimiento, al capricho de la sociedad rica”.

En este sentido destaca que actualmente hay generaciones que se han criado con otras preferencias de paladar, distintas a las heredadas de sus padres, proporcionadas por un mercado capaz de inventar sabores, ingredientes y platos constantemente. “Y todo eso obliga a que los interesados en la alimentación se sienten, dialoguen y busquen cómo mejorarse mutuamente, para así mejorar su sociedad”.

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