(AZprensa) ¿Qué permite a un pequeño país como Noruega ser una potencia económica? El petróleo, por supuesto, pero también la inteligencia que tuvieron sus gobernantes para administrar las repentinas ganancias que les empezó a brindar el oro negro. Crearon un fondo del petróleo, del cual solo se puede usar 4% en el presupuesto nacional; el resto está todo invertido en las principales empresas del mundo.
La estrategia del fondo tenía un doble objetivo: ahorrar para los tiempos de las vacas flacas y evitar que la economía del país sufriera la llamada "enfermedad holandesa", la dolencia que ha afectado las finanzas de muchos países exportadores de crudo alrededor del mundo y que se manifiesta en problemas como una alta inflación y una baja producción industrial.
El fondo petrolero es administrado por NBIM, una división de Norges Bank. Invierten la mayor parte del dinero en capital y activos de renta fija, algo que entre enero de 1998 y abril de 2019 generó un rendimiento anual de 5,8% (después de los costos de gestión y la inflación, el rendimiento anual ha sido del 3,9%). Su éxito es tal que, según The Economist, sus ganancias anuales superan actualmente los ingresos que recibe Noruega por exportación de petróleo.
Pero hay algo más que sostiene este estado de bienestar, sin pobreza, desempleo ni inflación: los impuestos. Todos los países nórdicos son famosos por su alta carga tributaria, que vuelve luego a la sociedad en salud, seguridad, educación y transporte, entre otras cosas, y Noruega no es la excepción: según la OCDE los ciudadanos noruegos pagan 38% de sus ingresos en impuestos. Pero la buena noticia para ellos es que pagan mucho menos que los daneses (46%), suecos (44%) y fineses (44%). Entre los nórdicos, solo Islandia tiene una carga impositiva menor (36%).
Sucede que el gobierno noruego emprendió hace unos años una reducción de impuestos, como una forma más de mejorar el ánimo de los ciudadanos. Y lo está logrando: en 2011, el porcentaje que pagaban los contribuyentes sobre sus ingresos era de 42%, cuatro puntos más alto que en la actualidad.
Después de cinco décadas de fortalecimiento económico basado en la exportación de petróleo (hay que destacar que vende todo lo que produce, ya que 99% de su matriz energética está cubierta por energías renovables), Noruega ya tiene un "plan B" para cuando se agoten los yacimientos: la pesca. En 2018, exportó 2,7 millones de toneladas de productos del mar, con lo que alcanzó un nuevo récord de 9.950 millones de euros en ingresos, 10% de las exportaciones totales del país.
En concordancia con esto y anticipándose a posibles caídas del precio del petróleo en los próximos años (tal como sucedió en 2014) ha decidido salir de este mercado para invertir en otros más seguros. Y no estamos hablando de pequeñas cantidades. Noruega es el mayor productor de hidrocarburos de Europa occidental. El petróleo y el gas natural representan casi la mitad de las exportaciones y el 20% de los ingresos del Estado, que enriquecen al fondo soberano al que Oslo recurre para financiar su presupuesto. A finales de 2018, el fondo poseía unos 33.400 millones de euros en acciones en el sector, con participaciones de peso en Shell, BP, Total y ExxonMobil, principalmente. Para el gobierno noruego, la seguridad de los ciudadanos es lo prioritario y es consciente de que no se puede jugar alegremente con el dinero público sino que por el contrario se ha de garantizar con él la seguridad de las generaciones venideras.
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