jueves, 6 de enero de 2022

Esta es la triste realidad detrás de estas luces y alegría

(AZprensa) Todos los padres con hijos pequeños, y también los abuelos, hemos disfrutado mucho estos días al ver cómo los Ayuntamientos de muchos pueblos y ciudades ponían atracciones de feria para los pequeños y en muchos casos de acceso gratuito. El centro de los pueblos se convertía así en algo mágico, plagado de luces de colores, adornos de Navidad, música y diversión (incluso gratuita) para los pequeños. Pero ¿qué hay detrás de esto? Y es que no es oro todo lo que reluce…
 
Uno se imagina que todo es como era antes cuando las ferias llegaban a los pueblos: una serie de feriantes que montaban sus atracciones y disfrutaban viendo cómo los niños subían a ellas y les dejaban el dinero suficiente para seguir viviendo gracias a esta actividad… pero no, todo eso pertenece al pasado porque el COVID-19 se encargó de matarlo.
 
La pandemia (fuese real o inventada, fruto de un accidente, del azar o intencionada… que todo eso da igual porque el resultado ha sido el mismo), digo que la pandemia –la gestión que de ella han hecho los políticos- paralizó la economía y dejó sin trabajo a todos los feriantes, y cuando acabó el confinamiento siguieron las restricciones que impidieron la celebración de ferias y fiestas en los pueblos y barrios de nuestras ciudades.
 
Los feriantes vivían de eso y tantos meses de paro acabaron con sus pocos recursos económicos y se vieron en la miseria más absoluta. Pero todo ese confinamiento y restricciones no afectaron para nada a los millonarios que vieron en este negocio de las ferias un filón y se dedicaron a comprar las atracciones. Si los feriantes querían seguir comiendo no tenían más remedio que malvender sus norias, caballitos, trenecitos, etc.
 
Ese grupo de millonarios que había apostado por este tipo de negocio se hizo a precio de saldo con un montón de atracciones y creó compañías de eventos para la explotación de esta actividad. Pasados los meses de restricciones, estos millonarios aprovecharon sus contactos y amigos en Ayuntamientos para que les diesen la concesión de estas ferias, recibiendo un buen montón de dinero por parte de los Ayuntamientos por el montaje y gestión de los festejos.
 
Estas nuevas empresas mercantiles de eventos contrataron como trabajadores eventuales, con salarios mínimos, a los feriantes que antes eran propietarios de las atracciones para que se ocupasen del montaje y manejo de las mismas.
 
Antes de la pandemia, veíamos en las ferias a un grupo heterogéneo de feriantes alegres, animando a la gente a que montase en sus tracciones.
 
Después de la pandemia vemos a un grupo homogéneo de feriantes, uniformados todos ellos con el mono de trabajo de su empresa de eventos, con la cara seria por tener que trabajar a cambio de un salario mínimo en unas atracciones que antes eran suyas.
 
Antes de la pandemia, todo el dinero que se recaudaba en las ferias lo conseguían los feriantes. Después de la pandemia, todo el dinero que se recauda en las ferias se lo quedan los nuevos y millonarios dueños de estas recién creadas empresas de eventos que explotan a los antiguos propietarios de las atracciones.
 
Como ves, esta es la triste realidad que se esconde detrás de todas esas luces y alegría infantil que henos podido ver y disfrutar en muchos pueblos de España.
 
PD.- Quizás no haya sido así en todos los pueblos de España, pero sí en muchos de ellos como hemos podido comprobar personalmente.
 

“La Olimpiada”, una novela histórica de amor, deporte y aventura que te traslada a la Grecia clásica.
Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa.
Más información: https://amzn.to/3cDkAS7

No hay comentarios: