(AZprensa) Los marcianos están presentes desde hace muchos años en la
literatura, el cine y la cultura popular, pero ¿cómo surgió esta idea? Todo
comenzó por culpa de un error de traducción. Esta es la historia…
En el año 1.863 el astrónomo italiano Prieto A. Secchi
estaba observando Marte cuando distinguió en su superficie unas líneas que le
parecieron accidentes naturales del terreno y las bautizó como “canali”.
Unos años más tarde, en 1877, el también astrónomo
italiano Giovanni V. Schiaparelli las observó con mayor precisión, coincidiendo
con su antecesor en que se trataba de accidentes naturales del terreno. Del
estudio detallado de esas líneas elaboró un mapa y bautizó a cada una de ellas
con el nombre de ríos bíblicos (como el Gehon o el Phison), de ríos mitológicos
(como el Styx del reino de Hades) o de grandes ríos de nuestro planeta (como el
Nilo o el Ganges).
Todo eso lo recogió en un artículo científico titulado “Osservazioni
astronomiche e fisiche sull’asse di rotazione e sulla topografía del pianeta
Marte” (“Observaciones astronómicas y físicas sobre el eje de rotación y la
topografía del planeta Marte”), el cual tuvo una gran repercusión, pero nada
comparado con la que consiguió cuando dicho artículo se tradujo al inglés.
Ahí estuvo el error: el traductor se equivocó al traducir
la palabra italiana “canali”. Lo correcto hubiera sido traducirla por “channels”
que se refiere a estructuras naturales, sin embargo eligió la palabra “canals”
que hace referencia a una obra de ingeniería construida por el ser humano.
Lógicamente, si ese estudio hacía referencia a “canales artificiales” era
evidente que en Marte existía o había existido una civilización inteligente
capaz de crear tan gigantescas obras que, por otra parte, tenían una indudable
utilidad como era la de llevar el agua del deshielo de los polos del planeta
hacia las zonas ecuatoriales y desérticas del mismo.
Con este caldo de cultivo, Marte, los marcianos y sus
canales, se hicieron populares; más aún cuando entre 1905 y 1909 el
estadounidense Percival Lowell hizo nuevas observaciones del planeta rojo y
publicó dos libros que cosecharon un gran éxito. Por los títulos de aquellos
libros podéis comprender cómo la idea de los marcianos se extendió rápidamente
por toda la Tierra: “Mars and its Canals” (“Marte y sus canales”) y “Mars as
the abode of life (“Marte como la morada de la vida”).
Marte y los marcianos pasaron a formar parte de la
cultura popular y ya nada ni nadie pudo quitarlos de ahí, ni siquiera cuando el
astrónomo greco-francés Eugène Michel Antoniadi, realizó observaciones mucho
más detalladas, en 1909, de la superficie de ese planeta y no distinguió
ninguno de esos “canales artificiales”. Y tan arraigada estaba la idea en la
cultura popular que ni siquiera pudieron borrarla las sucesivas misiones de la
NASA a Marte, desde la “Mariner 4”, que sobrevoló Marte y envió a la Tierra
numerosas fotografías, ni las posteriores, incluyendo los robots que
actualmente circulan por su superficie o las sondas que sobrevuelan el planeta
desde hace años y envían a diario miles de fotografías.
Los marcianos forma parte integral de nuestra cultura y –como
hemos visto- todo por culpa de un error de traducción. ¿Os habéis preguntado cuántas
otras cosas que damos como hechos ciertos no habrán tenido su origen también en
otros errores de traducción? La verdad es que da para pensar…
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