(AZprensa)
Es curioso cómo lo llaman “transferencia de valor” cuando en realidad deberían
llamarlo “pagos a médicos y organizaciones médicas para tenerlos contentos y
que receten nuestros productos”. Pero así son las cosas y ahora la industria
farmacéutica que presume de “transparencia” porque hace pública cada año la
relación de pagos a médicos y organizaciones médicas, saca pecho por toda la
“transferencia de valor” que hace a los médicos y que este último año en España
ha alcanzado la cifra de 564 millones de euros.
El
desglose de los mismos es de la siguiente forma:
251
millones en contratos para desarrollar proyectos de investigación,
mayoritariamente para que los médicos participen en ensayos clínicos con los
nuevos productos y así vayan comprobando la eficacia de los mismos y se
conviertan después –cuando se lancen- en defensores, recetadores y difusores de
los mismos.
115
millones para que los médicos puedan acudir a congresos y actualizar así sus
conocimientos, algo imprescindible en una ciencia como la médica en continuo
progreso. Hay que reconocer que gracias a esto los médicos están al día de los
avances médicos, porque ni ellos se pagarían de su bolsillo lo que cuesta
acudir a esos congresos ni sus empleadores (sean la Administración pública o las
empresas sanitarias privadas) están por la labor de gastarse dinero en la
formación de sus empleados.
90,5
millones para que las organizaciones médicas puedan organizar esos congresos, y
gracias a eso los organizan. Si no fuera por este dinero de los laboratorios,
ni los médicos acudirían ni esas organizaciones y sociedades médicas tendrían
recursos económicos para organizar los congresos y la formación médica se
resentiría.
79,5
millones por prestación de servicios, es decir, pagos a médicos que interesan a
los laboratorios como líderes de opinión o como simples recetadores, para
que den conferencias, charlas, escriban algo
de su especialidad, etc. Se les encarga, pues, un trabajo y se les paga por el
mismo, y así todos tan contentos, el médico por su sobresueldo y el laboratorio
por tener contento a ese prescriptor.
28
millones en donaciones a organizaciones médicas, gracias a los cuales dichas
organizaciones pueden realizar campañas de formación, de divulgación, de ayuda
humanitaria, etc., y que sin la ayuda de los laboratorios quedaría reducida a
mínimos. De esta forma, los laboratorios dan “buena imagen” al público general
y sobre todo a quien de verdad les interesa: los posibles prescriptores de sus
medicamentos.
Estas
explicaciones no se dan en otros medios de comunicación, que siguen hablando de
“transferencias de valor” ni en aquellos otros que tienen por norma atacar a la
industria farmacéutica sin querer reconocer que los laboratorios farmacéuticos
no son ONGs sino empresas comerciales y por consiguiente tienen el derecho y la
obligación ante sus accionistas de descubrir y comercializar con éxito nuevos y
mejores medicamentos que sirvan para curar enfermedades y para reportar
beneficios a todo el dinero que dichos accionistas han invertido en estas
empresas de alto riesgo. No se olvide: cada éxito de un nuevo medicamento ha
ido acompañado de muchos años de dinero gastado en investigación y de muchos
fracasos de proyectos que se han caído por el camino; así que cuando un fármaco
tiene éxito ganamos todos: los pacientes porque mejora nuestra salud y los
accionistas porque se hacen más ricos, aunque esto último nos de rabia.
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