lunes, 2 de julio de 2018

Lo que la industria farmacéutica paga a los médicos


(AZprensa) Es curioso cómo lo llaman “transferencia de valor” cuando en realidad deberían llamarlo “pagos a médicos y organizaciones médicas para tenerlos contentos y que receten nuestros productos”. Pero así son las cosas y ahora la industria farmacéutica que presume de “transparencia” porque hace pública cada año la relación de pagos a médicos y organizaciones médicas, saca pecho por toda la “transferencia de valor” que hace a los médicos y que este último año en España ha alcanzado la cifra de 564 millones de euros.

El desglose de los mismos es de la siguiente forma:

251 millones en contratos para desarrollar proyectos de investigación, mayoritariamente para que los médicos participen en ensayos clínicos con los nuevos productos y así vayan comprobando la eficacia de los mismos y se conviertan después –cuando se lancen- en defensores, recetadores y difusores de los mismos.

115 millones para que los médicos puedan acudir a congresos y actualizar así sus conocimientos, algo imprescindible en una ciencia como la médica en continuo progreso. Hay que reconocer que gracias a esto los médicos están al día de los avances médicos, porque ni ellos se pagarían de su bolsillo lo que cuesta acudir a esos congresos ni sus empleadores (sean la Administración pública o las empresas sanitarias privadas) están por la labor de gastarse dinero en la formación de sus empleados.

90,5 millones para que las organizaciones médicas puedan organizar esos congresos, y gracias a eso los organizan. Si no fuera por este dinero de los laboratorios, ni los médicos acudirían ni esas organizaciones y sociedades médicas tendrían recursos económicos para organizar los congresos y la formación médica se resentiría.

79,5 millones por prestación de servicios, es decir, pagos a médicos que interesan a los laboratorios como líderes de opinión o como simples recetadores, para que  den conferencias, charlas, escriban algo de su especialidad, etc. Se les encarga, pues, un trabajo y se les paga por el mismo, y así todos tan contentos, el médico por su sobresueldo y el laboratorio por tener contento a ese prescriptor.

28 millones en donaciones a organizaciones médicas, gracias a los cuales dichas organizaciones pueden realizar campañas de formación, de divulgación, de ayuda humanitaria, etc., y que sin la ayuda de los laboratorios quedaría reducida a mínimos. De esta forma, los laboratorios dan “buena imagen” al público general y sobre todo a quien de verdad les interesa: los posibles prescriptores de sus medicamentos.

Estas explicaciones no se dan en otros medios de comunicación, que siguen hablando de “transferencias de valor” ni en aquellos otros que tienen por norma atacar a la industria farmacéutica sin querer reconocer que los laboratorios farmacéuticos no son ONGs sino empresas comerciales y por consiguiente tienen el derecho y la obligación ante sus accionistas de descubrir y comercializar con éxito nuevos y mejores medicamentos que sirvan para curar enfermedades y para reportar beneficios a todo el dinero que dichos accionistas han invertido en estas empresas de alto riesgo. No se olvide: cada éxito de un nuevo medicamento ha ido acompañado de muchos años de dinero gastado en investigación y de muchos fracasos de proyectos que se han caído por el camino; así que cuando un fármaco tiene éxito ganamos todos: los pacientes porque mejora nuestra salud y los accionistas porque se hacen más ricos, aunque esto último nos de rabia.

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