(AZprensa) El siguiente artículo que reproducimos a
continuación, causó en su día un gran revuelo entre los máximos dirigentes de los
laboratorios farmacéuticos porque se vieron perfectamente retratados.
Curiosamente su reacción no fue la de hablar alto y claro, sino la pataleta del
niño enrabietado, y así, a través de su patronal Farmaindustria, amenazaron con
quitar la publicidad.
Demostraron con eso un montón de cosas:
1.- Que el artículo había dado en la diana de sus defectos y los había hecho públicos y eso, claro, les escocía.
2.- Que no pensaban cambiar y mejorar la comunicación y la transparencia en sus laboratorios, y como prueba su protesta se canalizó a través de terceros. Ellos querían seguir siendo mudos.
3.- Que para ellos la Publicidad no es una inversión sino un gasto que se hace por amiguismo. Por eso le habían dado publicidad a esa revista y por eso mismo (como ya dejaban de ser amigos) se la quitaron.
1.- Que el artículo había dado en la diana de sus defectos y los había hecho públicos y eso, claro, les escocía.
2.- Que no pensaban cambiar y mejorar la comunicación y la transparencia en sus laboratorios, y como prueba su protesta se canalizó a través de terceros. Ellos querían seguir siendo mudos.
3.- Que para ellos la Publicidad no es una inversión sino un gasto que se hace por amiguismo. Por eso le habían dado publicidad a esa revista y por eso mismo (como ya dejaban de ser amigos) se la quitaron.
4.- Y que demostraban con eso su egocentrismo, al creerse que la revista dependía de sus anuncios, cuando en realidad tenía otros muchos anunciantes y podía prescindir perfectamente de ellos.
Este fue el artículo que llevaba por título “Laboratorios
mudos”:
“Propongo hacer un ranking del tiempo que tardan en
conceder una entrevista los presidentes de los laboratorios farmacéuticos y
entregar el “Premio Harpo” al más mudo de todos ellos.
Las empresas son entes abstractos a los que los seres
humanos ponemos cara humana, la cara de las personas que conocemos y trabajan
en esas empresas y la de sus directivos y por supuesto... la de su máximo
representante. Nada hay más fácil ni acerca más a la opinión pública, que la
imagen y la voz de ese alto directivo atendiendo a los periodistas e informando
a través de ellos de los asuntos de interés público y/o empresarial en los que
pueda estar inmersa la citada empresa.
Sin embargo el mundo de la industria farmacéutica –y
salvo honrosas excepciones- ha sido tradicionalmente un “mundo sin rostro”:
directivos que se esconden, cuyo teléfono siempre está ocupado, que están
reunidos, que están de viaje, que mejor que les pasemos las preguntas por
escrito, que ya las contestarán cuando tengan tiempo, que –por supuesto- no
publiquemos nada sin que ellos lo hayan visto, corregido y dado su OK antes.
Pero ¿en qué mundo viven? Pues... así les va.
¿Para quién son los palos? Para la industria
farmacéutica. ¿Quién es el malo de la película? (ni nuestro compañero y experto
en cine Paco Fernández conoce ninguna película en la que los laboratorios
farmacéuticos hagan algo bueno).
El desconocimiento genera desconfianza. Así, ante unas
empresas que tradicionalmente no dan la cara, que no hacen escuchar su voz
públicamente, que no se muestran públicamente orgullosas de los descubrimientos
terapéuticos (¿quién investiga sino la industria farmacéutica?) y de sus
contribuciones a la formación de los profesionales sanitarios (¿quién si no
financia la formación continuada?), los ciudadanos de a pie solo conocen las
voces en contra y el silencio de los laboratorios. ¿Qué imagen, pues, se van a
formar?
Los laboratorios tendrán muchos defectos como cualquier
otra empresa, pero también hacen mucho por la salud de los ciudadanos. Entonces
¿por qué se empeñan en callar y en dejar que sean los demás los únicos que
hablen de ellos? Quizás sea un histórico sentimiento de culpa por presiones
comerciales fuera de toda ética en el pasado, o por desconocimiento absoluto
del poder de la comunicación, o por miedo a que se enfade su único cliente que
es el Sistema Público de Salud.
Desde esta tribuna os propongo hacer un ranking del
tiempo que tardan en conceder una entrevista los presidentes de los
laboratorios farmacéuticos y entregar el “Premio Harpo” al más mudo de todos
ellos. ¿Os animáis?...”.
"Médico, periodista y poeta", de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa:
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