(AZprensa) Ya está aquí la séptima ola y es muy diferente
a las anteriores. El las seis olas precedentes, el enemigo era el coronavirus
(más conocido como COVID-19) y ha sido tanto su protagonismo que ha anulado a
todas las demás enfermedades. En consecuencia (o inconsecuencia):
Se ha eliminado o restringido al máximo la consulta
médica presencial, que ha quedado sólo para los que tuviesen síntomas de COVID-19. A los demás pacientes, un contestador automático les daba
cita para que dos semanas más tarde o algo así pudieran hablar unos minutos por
teléfono con su médico.
En consecuencia: cientos de miles de pacientes han visto
cómo se relegaba el tratamiento de sus enfermedades, cómo no se les exploraba,
ni se les hacían análisis ni pruebas… y en medio del desánimo por la falta de
atención médica, muchos de esos pacientes han seguido con una medicación que se
tendría que haber cambiado o sustituido por otra, otros han dejado la
medicación al ver que nadie les hacía caso, y otros que comenzaban a tener
síntomas de una enfermedad distinta a la única que era atendida tenían que
automedicarse o no tomar nada y dejar que esa enfermedad fuese progresando.
La séptima ola ya está aquí: En cuanto ha regresado la
visita presencial (en algunos sitios, no en todos, que ya les llegará en cuanto
abran) miles de pacientes con todas las enfermedades sin tratar han abarrotado
las consultas, al igual que el primer día de rebajas cientos de personas se
agolpan en las puertas de los grandes almacenes esperando que abran.
Muchos médicos ya están alertando de esto, como, por
ejemplo, el virólogo Alfredo Corell, quien lo ha dejado bien claro en
televisión: “Tenemos muy saturadas tanto las urgencias como la Atención Primaria.
Hay muchas patologías que debido a la COVID han sufrido retrasos”.
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