Los
científicos han excavado 34 metros sísmicos a unos pocos metros por encima del
techo nevado de los icebergs para recopilar datos para comprender mejor los
diversos elementos de la cueva de hielo. Las mediciones muestran que su
cubierta de nieve tiende a vibrar casi continuamente, causando una caída como
un tambor a gran escala. Un canto que puede sonar a agonía toda vez que provoca
la lenta destrucción no sólo de esta cueva sino del continente antártico del
que cada día nos sorprende el desprendimiento de nuevos icebergs fruto del calentamiento global.
Este
es el trágico y sorprendente sonido que emite la cueva Ross-Ishell:
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