sábado, 8 de abril de 2023

Clases de escritores: el "negro" y el "fantasma"

(AZprensa) Este comentario va de escritura. ¿Qué diferencia hay entre un escritor “negro” y un escritor “fantasma”? Algo tienen en común: los dos escriben, pero nadie sabe que eso lo han escrito ellos.
 
Se llama “escritor negro” a aquél que es contratado por otro para que escriba algo (un libro, un artículo, un discurso, etc.) que irá firmado por ese otro, de tal forma que la gente creerá (muchos lo creen) que ese texto lo ha escrito el que firma. Esto sucede con los famosos que escriben un libro sin tener la más pajolera idea de escribir, pero lo firman como si hubieran sido ellos y el libro –como son famosos- se suele vender bastante bien. Sucede también con los políticos a quienes les escriben discursos e incluso libros, que todo el mundo atribuye al citado político. Y también sucede en el ámbito empresarial, con directores y presidentes que firman artículos, prólogos de libros, o hacen discursos que otro (su Director de Comunicación o su Jefe de Prensa) le han escrito. Por supuesto que en todos estos casos, los honores y los aplausos se los lleva el político, el director o el presidente, y el responsable de Comunicación que escribió el libro sólo se lleva el agradecimiento del jefe, aunque en la mayor parte de las ocasiones no se lleva ni eso, ya que para algo le pagan su sueldo. Por lo que se refiere a quienes escriben un libro para un famoso, el negro sólo se lleva el importe que hayan acordado por su trabajo anónimo. En este último caso sí existen algunas honrosas excepciones, libros de un famoso en donde se dice –incluso en la portada- que el texto ha sido escrito por tal periodista, aunque la foto y el nombre del famoso ocupan el 98% de dicha portada.
 
Se llama “escritor fantasma” al escritor que recibe una compensación económica por escribir en nombre de personas imaginarias. Esto se da mucho en Internet: Leemos a diario en las redes sociales comentarios de personas que hablan muy bien de un producto, o de una iniciativa, o de cualquier otra cosa, pero resulta que esas personas que firman el comentario no existen, son nombres y/o perfiles inventados. Todo eso se hace para que los usuarios de esas redes sociales vean cómo hay muchas “personas” que alaban ese producto o lo que sea. También, esos escritores “fantasma” reciben un dinero por escribir artículos en medios digitales, unos artículos que van firmados por expertos en las más diversas áreas, pero unos expertos que no existen, son nombres inventados. Por supuesto, la idea que subyace en esos artículos es la de transmitir una idea positiva sobre el objeto u objetivo sobre el cual se escribe.
 
Vemos, pues, cómo existen dos tipos de escritores que tienen algo en común: su mérito nunca se verá reconocido, en unos casos porque va implícito en su sueldo, y en otros porque así se estipula como honorarios a la hora de hacerle el encargo.
 
Por lo que a mí respecta, puedo decir que en una época de mi vida fui negro, pero –al menos de momento- todavía no me he convertido en fantasma.
 


Los editoriales son artículos de opinión a los que no suele afectar el paso del tiempo:
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