(AZprensa) Todos hemos tenido sueños, algunos de ellos tan reales que nos parecía vivirlos; pero ¿cabría definir esos “sueños” como “experiencias psíquicas”? Veamos las diferencias:
El sueño es incontrolable en cuanto a razonamiento o pensamiento lógico. En el sueño se juntan de forma aleatoria imágenes, pensamientos, etc. Y cuando despertamos, en un instante se nos olvida todo.
El sueño es incontrolable en cuanto a razonamiento o pensamiento lógico. En el sueño se juntan de forma aleatoria imágenes, pensamientos, etc. Y cuando despertamos, en un instante se nos olvida todo.
Por el contrario, en la experiencia psíquica somos conscientes de nosotros mismos y podemos razonar sobre lo que estamos viviendo, estableciendo por nosotros mismos lo que es lógico y lo que es ilógico. En la experiencia psíquica –a diferencia de lo que sucede en el sueño tradicional- sentimos una dualidad de conciencia, la nuestra propia y la de aquello que estamos viviendo; podemos incluso ir hacia delante y hacia atrás en el tiempo, analizar la situación, reestructurarla, cambiar lo que va a suceder o hasta repetirlo, todo ello manteniendo esa doble consciencia, la de nuestro yo y la de esa experiencia que estamos teniendo.
Después, al despertar, mientras que lo soñado se olvida rápidamente, lo vivido en una experiencia psíquica –llamémosle onírica- se recuerda mejor hasta en ínfimos detalles y tarda más tiempo en olvidarse.
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