(AZprensa) Tenemos muchas fotografías de Júpiter y más que van a seguir llegando estos dos próximos años gracias a la nave Juno que ha comenzado su aventura en torno a dicho planeta (entró en órbita el 4 de julio de 2016) y va a aportar mucha información sobre este planeta, el más grande con diferencia de todo nuestro sistema solar. Podemos ver cómo es su superficie, constantemente cubierta de nubes... pero no podemos ver lo que hay debajo de esas nubes... ni podríamos posarnos en dicho planeta ya que según parece no tiene suelo sólido sino que es líquido, aparte –claro está- de las enormes presiones imposibles de soportar que se dan bajo esas capas de nubes. Desde Júpiter y sus satélites, el Sol se ve como un pequeño punto luminoso –mayor que cualquier otra estrella, por supuesto- pero lejos de cómo lo vemos desde Marte, Tierra, Venus y no digamos ya Mercurio. Porque, para hacernos una idea de la distancia que nos separa de este planeta gigante, las señales que está enviando la nave Juno tardan en llegar a la Tierra 48 minutos ya que deben superar una distancia de 860 millones de kilómetros.
Su diámetro es de 142.197 Km. y en él cabrían holgadamente todos los demás planetas. Pero Júpiter –por lo que se sabe hasta ahora- no tiene suelo, es decir, se trata de una bola líquida y gaseosa gigante, con una densidad de 1,3 g/cm3 (la Tierra tiene, en comparación, 5,52 g/cm3) y para que nos hagamos una idea de esto se dice que si Júpiter se pusiese sobre un mar gigante… flotaría, al ser menos denso que el agua.Su órbita alrededor del Sol le lleva 4.330 días (11,9 años) con una velocidad de desplazamiento de 13 Km./s, mucho más lenta que la de la Tierra (30 Km./s). En cambio su rotación es mucho más rápida y el día en Júpiter sólo dura 9h y 55’. Su inclinación del eje es de sólo 3º (23,5º en la Tierra).
La gravedad estimada en Júpiter es de 20,9 m/s. Lo que en la Tierra serían 100 Kg., en Júpiter pesarían 214 Kg., pero esto es muy relativo, claro, porque se piensa que no tiene estructura rocosa interna. Su interior es de hidrógeno y helio, pero deben soportar unas presiones tan altas que estos circulan en estado líquido. Y si vamos más al interior, la presión es tan gigantesca que se forma “nitrógeno metálico líquido”, algo que no existe en la Tierra ni aquí somos capaces de recrear.
Lo más llamativo al contemplar Júpiter es el intenso y variado colorido de sus capas de nubes. La atmósfera está compuesta básicamente por hidrógeno (80%) y contiene también helio, metano y amoníaco, con una temperatura bastante uniforme en todo el planeta de unos -148º C. Sin embargo estas mediciones de temperatura están en entredicho ya que se ha detectado que en muchas zonas del planeta la temperatura de las capas altas de la atmósfera (a 400 Km. de altitud) es similar a la de la Tierra a esa misma altitud, por lo que debe haber alguna fuente de calor interna.
Esta atmósfera está dividida en tres grandes capas nubosas. La superior es básicamente de amoníaco y tiene un color muy brillante. La intermedia contiene cristales de hidrosulfuro de amoniaco, lo que le confiere un color rojo oscuro. La más interior contiene agua congelada y es de color azul.
Las franjas que se observan en su superficie corresponden a capas de nubes que se desplazan a diferentes velocidades (con vientos que pueden alcanzar los 600 Km./h) y en diferentes direcciones (unas de derecha a izquierda y otras en sentido contrario). También se ha detectado que a mayor cercanía al interior del planeta, mayor fuerza del viento por la energía que procede de su centro.
La popular mancha roja que se observa en su superficie es una tormenta que tiene la friolera de 350 años de antigüedad. En la Tierra, los huracanes acaban frenándose y dispersándose por la fricción con el suelo, pero en Júpiter, al no existir tal suelo, las tormentas no tienen nada que las frene y por eso se desplazan por la superficie durante años y años. La mancha roja tiene un diámetro de dos a tres veces el de la Tierra, si bien no es uniforme ya que varía de color y de tamaño a lo largo de los siglos. En la misma se dan vientos de 400 Km./h los cuales tardan seis días en dar una vuelta completa. De igual forma se ha detectado un aumento espectacular de calor en la misma, el cual puede estar producido cuando los gases que circulan generan ondas acústicas, las cuales chocan con las ondas gravitacionales, liberando energía.
Por lo que se refiere a sus Polos, se ha fotografiado auroras, unos extraordinarios brillos que se crean cuando las partículas de alta energía entran en la atmósfera cerca de sus polos magnéticos y chocan con los átomos de gas.
El campo magnético de Júpiter es más amplio y potente que el de cualquier otro planeta; su cola llega más allá incluso de Saturno. Las partículas atrapadas en ese campo magnético sufren un proceso de ionización que a día de hoy haría inviable cualquier misión tripulada no ya a dicho planeta sino incluso a sus satélites.
Y hablando se satélites, Júpiter es el planeta con mayor número de ellos, habiéndose contabilizado 67 hasta la fecha, un número que continúa creciendo aun cuando los últimos que se van identificando son de apenas unos pocos kilómetros de diámetro. Otra característica peculiar y poco conocida de Júpiter son sus anillos; aunque los anillos se relacionan siempre con Saturno, hay otros planetas como Júpiter que también los tienen si bien en este caso no son tan grandes y espectaculares como aquellos. En concreto, los de Júpiter son tres y más oscuros, siendo el principal el anillo intermedio que tiene 6.000 Km. de diámetro y 30 Km. de grosor.
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