miércoles, 12 de abril de 2023

Un planeta desconocido: El extraño fenómeno de la altitud fisiológica

(AZprensa) Vivir en la Antártida no es nada fácil ni a nivel de salud física ni a nivel de salud mental. Afortunadamente para los pequeños grupos de personas que deben convivir en esos reducidos espacios por espacio de seis meses o un año (recordemos que durante los meses de invierno quedan completamente desconectados del mundo exterior, sin posibilidad alguna de rescate), se ha comprobado cómo al poco tiempo cada uno de los miembros desarrolla sus propios anticuerpos contra los gérmenes de los otros compañeros que tiene al lado de forma permanente, y gracias a ello no suelen surgir nuevas infecciones.
 
Los efectos de la hipoxia crónica (síndrome generado por la falta de oxígeno) y de la hipotermia, aún no se han estudiado a fondo. El metabolismo se acelera cuando se recibe luz del sol continuada, mientras que el frío aumenta el tamaño de las glándulas suprarrenales. En verano, la gente se vuelve nerviosa, hiperactiva e irascible. Además, por la hipoxia crónica y la falta del ciclo luz/oscuridad, la gente desarrolla el “Síndrome de los ojos como platos”, caracterizado por insomnio, falta de orientación y pérdida de memoria.
 
Sin embargo lo peor de todo son las consecuencias del “Fenómeno de altitud fisiológica”. ¿En qué consiste? Veamos: la fuerza centrífuga de la rotación terrestre hace que la atmósfera se ensanche en el ecuador y se estreche en los polos. Así, la masa de aire en el ecuador pesa más que en los polos, con lo cual la masa de aire en los polos es más fina y ligera allí, a 2.800 metros de altitud, que a la misma altitud en cualquier otro lugar del planeta. Además, la baja presión barométrica hace que la sangre absorba menos oxígeno y la altitud fisiológica sea la equivalente a 3.700 metros de altitud real.
 
Los síntomas derivados de esto son numerosos y preocupantes: cansancio, falta de concentración, alteraciones del sueño, náuseas... es decir, los síntomas clásicos de un “mal de altura” como el que suele afectar a los alpinistas. La visión comienza a reducirse entre los 1.500 y 2.500 metros y el razonamiento conceptual empieza a fallar a partir de los 3.600 metros.
 
Como consecuencia de una estancia en aquél lugar, la saturación de oxígeno en la sangre se reduce a menos del 88 por ciento, cuando lo normal es que oscile entre el 95 y el 100 por cien. Esta hipoxia crónica va eliminando células cerebrales, una reducción en torno al 13 por ciento a corto plazo para las personas que hibernan allí, según se ha constatado en algunos estudios.
 
Esta falta de estímulos sensoriales y la hipoxia crónica, no sólo se afectan la visión sino también el comportamiento y esto genera con frecuencia lapsos amnésicos. Se pierde la capacidad de memorizar y se reduce el vocabulario. Por ejemplo: se pueden visualizar las palabras y conocer su significado, pero no se es capaz de emplearlas correctamente.
 
Es evidente la dureza de vivir, aunque sea por espacios cortos de tiempo, en condiciones tan extremas como las que se dan en este sexto continente. No es raro que quienes pasan allí una temporada se libren de padecer en algún momento el “Síndrome de estar quemado”, caracterizado por el deseo de huir de la compañía de los demás y quedarse absorto contemplando el vacío, con una falta evidente de capacidad de atención y de pérdida de memoria. Pero, por el contrario, bien sea por el cerebro poco oxigenado o por alteraciones de las glándulas suprarrenales, el caso es que allí se ríe mucho y –quizás ayudado por la monotonía del entorno cerrado- cualquier chorrada es un acontecimiento. Y eso sin tener que recurrir al alcohol porque, como ya se sabe, cuando hay menos oxígeno aumentan sus efectos.
 

Claves para encontrar información de salud que sea fiable, en Internet…
“Internet y Salud”: https://amzn.to/2OWbM1y

No hay comentarios: