domingo, 16 de abril de 2023

Un planeta desconocido: En donde el tiempo no existe

(AZprensa) En el recorrido que Edgar Rice Burroughs nos hace por el interior de nuestro planeta, en su novela “Aventura en el centro de la Tierra” (“At the earth’s core”) sorprende, quizás más que ninguna otra cosa, que el tiempo no existe. El sol siempre está en el mismo sitio, la luminosidad es la misma, siempre perpetua, la dirección y longitud de las sombras es siempre la misma... “¡Cómo medir el tiempo, allí donde el tiempo no existe!”, dice el protagonista. Al no haber días y noches, al no cambiar nunca la intensidad y posición de la luz, es imposible saber cuánto tiempo -tal como lo entendemos nosotros- transcurre en realidad.
 
Y en cuanto al tamaño de ese mundo interior hay también otra sorpresa. Si nosotros pensamos en una esfera metida dentro de otra esfera –como este sería el caso- es lógico pensar que la superficie de la esfera interior sea mucho más pequeña que la de la esfera exterior: sin embargo se nos pasa por alto un detalle importante, tal como lo explica el protagonista al mostrarle un mapa de ese planeta interior: “Mira, esto es agua, evidentemente, y todo esto es tierra. ¿Notas la configuración de las dos zonas? Donde hay mar en la superficie exterior, aquí hay tierra. Estas áreas relativamente pequeñas de océanos siguen los contornos generales de los continentes de la corteza de nuestro mundo. Sabemos que la corteza de la Tierra tiene 800 kilómetros de espesor, luego el diámetro de este mundo interior debe ser de 11.000 kilómetros y su superficie de unos 400 millones de kilómetros cuadrados. Tres cuartos corresponden a la tierra. ¡Piensa en eso! ¿Una superficie terrestre interior de 300 millones de kilómetros cuadrados! Nuestro mundo no tiene más de 80 millones de kilómetros cuadrados de tierra, ya que el resto está cubierto de agua. Así como a menudo comparamos a los países por sus superficies relativas, de la misma manera podemos comparar estos dos mundos y nos encontramos con la extraña anomalía de uno grande dentro de otro más pequeño”.
 
Como lo que escribió Burroughs (al igual que Verne) es una novela de aventuras, allí aparecen diversas razas y una sucesión trepidante de acontecimientos. Infinidad de razas y animales que conviven en ese mundo interior, costumbres aparentemente distintas pero comportamientos similares, al fin, a los humanos... imaginación desbordante para hacer pasar un rato entretenido de lectura, tanto es así que resulta difícil detener su lectura y –dado que su extensión no es mucha- con facilidad es capaz uno de leer esta novela de un tirón.
 
Con imaginación o sin ella, después de ese rato agradable de lectura, queda dentro de nuestra conciencia un pequeño poso de intriga: ¿Habrá algo de verdad en todo esto? Y es que una cosa es cierta: es mucho más lo que desconocemos que lo poco que creemos tener por cierto.
 
PD.- Para el que quiera más información, aquí está el enlace donde puede verse una conferencia de 1 h. de duración sobre este tema:
https://www.youtube.com/watch?v=LXDP0MqAg-A
 
Como se ha dicho siempre, cuanto más sabemos más nos damos cuenta de lo mucho que nos queda por aprender. Y a veces no hace falta irse tan lejos: el 100 por cien de la superficie de la Luna ha sido cartografiado, igual sucede con la superficie de Marte, y sin embargo, con relación a nuestro propio planeta sólo hemos sido capaces de cartografiar un 5 por ciento del fondo de mares y océanos. Y en las profundidades de la tierra aún existen miles de grandes cuevas en las que apenas si nos hemos adentrado unos pocos cientos de metros. La Tierra sigue siendo un planeta desconocido.
 

Hay otros mundos, pero están en este…
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