domingo, 2 de abril de 2023

Un planeta desconocido: ¡Qué poco sabemos de nuestro planeta!

(AZprensa) Aunque vivimos en este planeta y creemos conocerlo todo, resulta que la Tierra sigue siendo un planeta desconocido. En esta nueva serie que iniciamos hoy, iremos desvelando algunos de los aspectos menos conocidos y más sorprendentes del suelo que pisamos.
 
El fondo del mar es un ejemplo. Cada vez que un batiscafo se sumerge en las profundidades o un submarinista bucea por aguas poco exploradas, se descubren nuevas formas de vida. En lo más profundo de las fosas marinas, a muchos kilómetros de profundidad y con una oscuridad absoluta, existen seres vivos, y cuando en esas profundidades se generan fumarolas, la luz y calor que desprenden hace que al poco tiempo florezca alrededor una colonia insospechada de las más diversas formas vivientes. En condiciones de presión, ausencia de luz y temperatura tan poco propicia, la vida encuentra la forma de abrirse camino.
 
Ya en tierra firme, hay regiones como las minas de Riotinto (Huelva, España) altamente contaminadas, en donde nadie creería posible encontrar vida, y sin embargo los científicos no salen de su asombro al contemplar (ver imagen) cómo florecen numerosos microorganismos e incluso algunos otros seres multicelulares son capaces de soportar tan inhóspitas condiciones.
 
En el año 2014, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) hizo público el descubrimiento de un gran ecosistema de organismos extremófilos que viven a 150 metros de profundidad en la mina de Las Cruces (Sevilla). El trabajo, publicado en la revista “Nature Communications”, expone que la gran actividad microbiana que ha tenido lugar en los últimos 5 millones de años en la zona ha sido capaz de formar un yacimiento mineral inédito en el mundo. Además, los autores creen que la biomasa subterránea de la Tierra podría ser mucho mayor de lo que se pensaba y que situaciones similares podrían estar sucediendo en Marte y en otros planetas.
 
“Hemos encontrado evidencias geológicas y geoquímicas de la existencia de un bio-reactor gigante en el subsuelo de la Faja Pirítica Ibérica. Se trata de una colonia de organismos capaces de vivir en condiciones extremas. Se alimentan de restos de materia orgánica simple, como metano y otros hidrocarburos, y, ante la ausencia de oxígeno atmosférico, respiran gracias al sulfato presente en su entorno”, explica el investigador del CSIC Fernando Tornos, del Instituto de Astrobiología, centro mixto del CSIC y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial.
 
Este tipo de alimentación y respiración provoca importantes cambios químicos en el hábitat donde viven dichas bacterias y ha dado lugar a la formación de varios millones de toneladas de rocas ricas en carbonatos, galena y minerales de hierro, plata y oro.
 
“Las Cruces es probablemente uno de los mejores y casi únicos ejemplos a escala mundial de cómo la vida modifica y modela una mineralización. Es un proceso reciente, que puede que siga ocurriendo ahora, y nos muestra lo importante que es la función de las bacterias en la química de los ambientes subterráneos. Puede que la vida primigenia en la Tierra se diera en escenarios similares y que lo mismo esté sucediendo en Marte y otros planetas”, añade el investigador del CSIC Antonio Delgado, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra.
 

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