viernes, 7 de abril de 2023

El rey de los satélites

(AZprensa) Ganímedes fue descubierto por Galileo, al igual que los otros tres satélites de Júpiter que le siguen en tamaño: Io, Europa y Calisto, por lo que a los cuatro se les conoce comúnmente como “satélites galileanos”. Este satélite de Júpiter es el más grande de todo el sistema solar. Con un diámetro de 5.262 Km. es más grande incluso que Mercurio o Plutón. Se encuentra a 1.070.000 Km. de Júpiter y su periodo orbital es de 7 días 3h y 45’, lo mismo que tarda en dar una vuelta sobre sí mismo, por lo que siempre ofrece la misma cara a Júpiter, al que está anclado por el efecto marea igual que Ío y Europa. Por cada vuelta que Ganímedes da alrededor de Júpiter, Europa da dos vueltas; y por cada vuelta que Europa da alrededor de Júpiter, Ío da dos vueltas, en lo que se conoce como “configuración dinámica” o “resonancia de Laplace”.

A diferencia de la mayoría de satélites, Ganímedes tiene su propio campo magnético (en realidad es el único satélite con un campo magnético importante) y en algún momento de su historia tuvo tectónica de placas, tal como lo atestiguan distintas regiones de su superficie para las que se han establecido edades diferentes.

La superficie de Ganímedes muestra una rica y variada geografía, segmentada y fracturada en terrenos claros y oscuros alternativamente, con montañas y cordilleras, valles (destacando una gran llanura de color oscuro), cráteres, ríos de lava solidificada, líneas de fractura de la superficie, etc., todo ello envuelto en una pequeña atmósfera de oxígeno. Sus temperaturas varías desde los –203º C a los –121º C y  pesar de estas bajas temperaturas tiene claramente diferenciados dos casquetes polares que contrastan con el resto de su geografía, básicamente dividida entre unas zonas brillantes con estrías y otras más oscuras con surcos.

En su composición se diferencian tres capas: un núcleo central compuesto por hierro fundido y tal vez también azufre, un manto de rocas de sílice, y una corteza helada que debe estar asentada sobre fango por lo que se da el fenómeno de la tectónica de placas tal como sucede en la Tierra.

Recientemente, observaciones realizadas con el telescopio espacial Hubble, han permitido determinar que en Ganímedes hay un gran océano subterráneo que contiene incluso más agua líquida de la que hay en la Tierra. Según los cálculos, esta gran masa de agua salada tendría unos 100 kilómetros de profundidad (aproximadamente diez veces más que los océanos más profundos de la Tierra) y se encontraría bajo una corteza de 150 kilómetros de espesor, compuesta en su mayor parte por hielo.


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