(AZprensa) El estudio de los meteoritos (rocas que
caen a la Tierra desde el espacio) proporciona numerosa información para
comprender mejor nuestro planeta y cómo se desarrolló la vida, pero
encontrarlos no es tarea fácil... salvo que te vayas a la Antártida. Allí las
duras condiciones climáticas (clima seco y helado) hacen que conserven sus
propiedades sin verse alterados por el entorno, y además los movimientos de las
capas de hielo llegan a concentrar los meteoritos en ciertos lugares, haciendo
relativamente fácil para los científicos encontrarlos. Por este motivo la NASA,
la National Science Foundation (NSF) y la institución Smithsonian (SI) han
renovado en el año 2016 su acuerdo para buscar, recoger y analizar meteoritos
antárticos en una alianza conocida como ANSMET.
Los
meteoritos allí encontrados son representativos de los objetos que de forma
constante a lo largo de la historia han caído sobre la Tierra. La mayor parte
de ellos proceden de la Luna, del cinturón de asteroides o de Marte, pero ¿cómo
podemos saber si un meteorito procede de Marte? Sencillamente estudiando sus
edades y composiciones, y comparando sus propiedades con las obtenidas por las
misiones robóticas de Estados Unidos en la superficie del planeta vecino.
El
estudio de estos cuerpos celestes puede dar muchas respuestas sobre la
formación de nuestro sistema solar y sobre la aparición de la vida en la
Tierra, pero también plantean nuevas preguntas. Según el científico del
Smithsonian, Tim McCoy, "los meteoritos antárticos plantean nuevas preguntas
acerca de la formación e historia temprana de nuestro sistema solar” y añade
que “algunas de estas preguntas están impulsando nueva exploración del sistema
solar por misiones de la NASA".
Y
de todo eso que nos queda por aprender, encontramos una buena muestra en la
diversidad biológica de microorganismos y virus que viven y proliferan tanto en
el Polo Norte como en el Polo Sur. Bajas temperaturas, ausencia de luz en
invierno y pocos nutrientes son las condiciones extremas a las que se enfrenta
la compleja comunidad de virus que habita el Ártico. Investigadores del Centro
de Biología Molecular Severo Ochoa y la Universidad Autónoma de Madrid, han
descrito la composición genética de los virus presentes en lagos árticos. El
trabajo, publicado en la revista “Science Advances”, demuestra que la gran
mayoría de virus descritos no tiene similitudes con los de otros ambientes
naturales, ni siquiera con los de la Antártida, adaptados a similares
condiciones climáticas extremas. Los virus son las entidades biológicas más
abundantes y diversas del planeta, pero al mismo tiempo son los grandes
desconocidos en muchos ecosistemas, y ahora se han comprobado las enormes
diferencias que existen entre los hallados en el Ártico y los encontrados en el
Antártico.
Los
investigadores han determinado más de 35 millones de secuencias de los genomas
de estos virus. “Nueve de cada diez no tienen parangón con los virus descritos
hasta el momento en diferentes ambientes naturales”, explica el investigador
del CSIC Daniel Aguirre de Cárcer, y añade que este estudio “demuestra que los
virus que habitan los ambientes extremos de las regiones polares podrían haber
evolucionado de forma independiente en la historia reciente, un dato de gran
relevancia para entender las interconexiones de los ecosistemas del planeta”.
Los
experimentos se han llevado a cabo en colaboración con el Centro Universitario
de Svalbard (Noruega) en lagos del archipiélago Svalbard, a 1.300 kilómetros
del Polo Norte y una de las últimas tierras antes del océano glacial ártico. El
conocimiento de esta comunidad de virus permitirá evaluar en futuros estudios
el impacto del cambio climático en los microorganismos de las regiones polares.
Hay otros mundos, pero están en este…
“No son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
Hay otros mundos, pero están en este…
“No son coincidencias”: https://amzn.to/2OCmSsO
No hay comentarios:
Publicar un comentario