martes, 11 de abril de 2023

Un planeta desconocido: En donde no vale de nada el botiquín casero

(AZprensa) Para cualquier recién llegado a una estación de investigación en la Antártida, hay una serie de modificaciones en su propio cuerpo que llaman indudablemente la atención. De entrada, aun cuando la temperatura de los habitáculos esté por encima de cero y los científicos lleven varios kilos de ropa especial encima, su temperatura corporal nunca supera los 36º C.
 
También es muy visible cómo las uñas crecen mucho pero se hacen duras y difíciles de cortar, y las de los pies más aún. En pleno invierno se suele formar una media luna de sangre debajo de cada uña, aunque no duele. Otro tanto sucede al pelo que, o bien crece muy deprisa o por el contrario deja de crecer.
 
Cuando una persona se ensucia lo bastante, su piel se descama, un proceso que viene a ser un sistema natural de limpieza en seco. La piel, sobre todo la de las manos, tiende a secarse y resquebrajarse, abriéndose grietas profundas y duras que no cicatrizan. Aunque parezca increíble, lo único que consigue cerrarlas es el pegamento de contacto que a pesar de su toxicidad (por ejemplo no puede utilizarse para pegar un diente roto ya que podría dañar el nervio) no produce daños apreciables.
 
En cuanto a las heridas, es conveniente frotarlas con aceite con vitamina E para que cicatricen mejor; sin embargo se observa cómo las heridas no cicatrizan bien durante los meses de luz constante y en cambio cicatrizan mucho mejor durante los meses de oscuridad invernal.
 
Son muy frecuentes también las hemorragias nasales, debido posiblemente a la escasa humedad y a la altitud (recordemos que el espesor de la capa de hielo que hay sobre la tierra continental supera ampliamente los dos kilómetros). Cuando las temperaturas externas están por debajo de los –34º C (como allí es habitual) hay que recurrir en estos casos a la epinefrina para detener las hemorragias y si esto no es suficiente, a la cauterización.
 
En el Polo Sur no pueden utilizarse tiritas ni esparadrapo porque allí no son capaces de adherirse a la piel, por ello los científicos que trabajan en estas estaciones deben utilizar para estos menesteres cinta aislante, de esa que se utiliza para proteger los cables eléctricos o pegar tuberías.
 
Y más vale tener bien la vista porque allí no se pueden utilizar lentillas ya que estas se quedarían pegadas a la córnea; por ello, quien lo necesite, deberá usar gafas, aunque con el inconveniente de tener que estar siempre limpiándolas porque se empañan constantemente.
 

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