domingo, 19 de febrero de 2023

El misterio de los niños que lloraban en un colegio de Galicia

(AZprensa) Un día, cuando trabajaba en una gran empresa de agroquímicos que tenía su fábrica en Galicia, me contaron un suceso del que se hizo eco la prensa…
 
Comenzaba el curso escolar y en aquél colegio estaban orgullosos de cómo habían remodelado el patio para que los niños pudiesen jugar a la hora del recreo. Ese primer día de clase sonó por fin la hora de salir a jugar al patio pero… al cabo de un rato los profesores notaron algo extraño: algunos niños, en vez de correr y jugar, se paraban y lloraban. "¿Qué les pasa?”, se preguntaron los profesores y se acercaron a ellos. Los niños tenían los ojos enrojecidos y llorosos, pero no era por tristeza o dolor, sino porque les picaban.
 
Los mandaron a casa para que los viese el médico… pero pronto fueron más los niños que ofrecieron los mismos síntomas.
 
Afortunadamente alguien pensó que la causa podía estar en la tierra del patio, que quizás estuviese contaminada.
 
Pudieron averiguar que la tierra procedía de un lugar concreto a las afueras del pueblo, con lo cual seguían las dudas de cuál podía ser la causa.
 
Un análisis de laboratorio determinó que aquella tierra estaba contaminada con lindano, un antiguo y popular insecticida que fabricó durante muchos años la empresa de agroquímicos que tenía su fábrica en ese pueblo. Pero ¿cómo se había contaminado la tierra tan lejos del lugar de la fábrica?
 
Los responsables de la fábrica colaboraron para deshacer el misterio: Años atrás se acometieron en la fábrica unas obras para ampliar las instalaciones, y en el necesario movimiento de tierras, una parte de aquella tierra se había descargado en aquél lugar de donde la habían cogido para el colegio.
 
Tan pronto como se pudo, se retiró la tierra del patio del colegio y se sustituyó por otra que ofreciese garantías y de esa forma los niños de aquél colegio pudieron salir a jugar otra vez al patio, pero esta vez sin llorar.
 
Esto nos demuestra lo peligrosos que son los residuos químicos. Aquél vertido de tierras contaminadas se había hecho muchos años atrás, cuando no existía conciencia medioambiental y se tiraban los residuos en cualquier parte, pero aquél insecticida no se degradaba fácilmente con el paso del tiempo, tanto es así que…
 
Pasaron los años. Aquella empresa se fusionó con otra que también tenía una fábrica en España. Era obvio que una de las dos fábricas debía cerrarse, pero ¿cuál de ellas? Aquí no intervino la lógica sino el negocio: Si la nueva empresa se desprendía de la fábrica de Galicia, aquellos terrenos serían muy difíciles de vender puesto que se asentaban sobre tierra contaminada a lo largo de las décadas anteriores. Conclusión: la fábrica de Galicia se mantuvo y la que estaba situada en otro lugar mucho más vendible… se vendió.
 

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