martes, 21 de febrero de 2023

La parálisis facial sigue sin desvelar sus secretos

(AZprensa) La Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) ha creado un “Grupo de Trabajo de Rehabilitación en la Parálisis Facial” para ahondar en el conocimiento y divulgación de esta patología, así como de su curación.
 
La Dra. Belén Alonso, directora del grupo explica que la parálisis facial consiste en “la pérdida completa o parcial del movimiento voluntario de los músculos de la cara, que puede producirse por lesiones en el sistema nervioso central y por lesiones en el propio nervio facial. Habitualmente, aparece en un lado de la cara, pero puede ser bilateral. La parálisis facial periférica, se produce por la lesión del séptimo par craneal, que es el nervio encargado de las expresiones faciales, llamado nervio facial”, y ha reconocido que “aproximadamente el 70-80% de las parálisis faciales son idiopáticas (no se conoce la causa exacta), si bien se sospecha una etiología viral”.
 
“Existen múltiples causas que pueden afectar al nervio facial a lo largo de todo su recorrido desde su salida del tronco cerebral hasta la cara, provocando una parálisis facial. La forma más frecuente (en el 80%) es la parálisis facial de Bell. Aunque su causa exacta es desconocida, hay mucha literatura científica que se encamina a que puede deberse a una inflamación del nervio producida por virus de la familia herpes simple, siendo un factor de riesgo el embarazo -especialmente durante el tercer trimestre, o en la primera semana después del parto-; infecciones de las vías respiratorias superiores, diabetes, presión arterial alta y obesidad”, añade esta especialista.
 
En este contexto, la Dra. Eishe Abdel-Muti, secretaria de este grupo de trabajo, afirma que “hay un 20% de las parálisis faciales periféricas que pueden deberse a otras causas como traumatismos, tumores, enfermedades autoinmunes y enfermedades neurológicas”.
 
Por lo que se refiere a los primeros síntomas, explican que “antes de la parálisis puede presentarse un cuadro catarral banal y dolor más o menos intenso en la región retroauricular (detrás del oreja). Su comienzo suele ser súbito, y en pocas horas, la parálisis facial se manifiesta como una asimetría evidente de la cara tanto en reposo como en movimiento, con dificultad por ejemplo para elevar las cejas, cerrar los ojos o sonreír. Pueden aparecer además alteraciones en el lagrimeo, la salivación o el sentido del gusto”.
 
Afortunadamente, la mayoría de los pacientes que sufren una parálisis facial de Bell se recuperan completamente en un plazo de 4 a 8 semanas. Pero en un 20 o 30% de los pacientes puede no haber una recuperación completa, quedando secuelas como son la debilidad de los músculos faciales del lado afectado por la parálisis, las sincinesias, que son movimientos involuntarios que aparecen asociado a otros movimientos voluntarios (como por ejemplo, que al mover la boca voluntariamente, se cierre el ojo de forma involuntaria) o la contracción muscular mantenida, que consiste en la aparición de una contracción en algunos músculos de la cara cuando esta se encuentra en reposo.
 
En relación con esto, las doctoras han puesto el foco en que la aparición de estas secuelas pueden afectar al habla y la pronunciación, dificultando la comunicación, y alterar funciones tan básicas como beber o masticar.
 
La directora del Grupo de Trabajo de Parálisis Facial de la SERMEF ha indicado que
“La atención rehabilitadora del paciente con parálisis facial –comenta la Dra. Alonso- se reconoce como fundamental, siendo necesaria la coordinación con otros especialistas médicos, así como con los terapeutas, permitiendo un flujo y circuito de pacientes adecuado y una atención de calidad. La coordinación con Atención Primaria es fundamental para permitir la vía de entrada y el seguimiento de estos pacientes”.
 
Aclara, igualmente, que “la reeducación neuromuscular, es la base de la rehabilitación, un proceso complejo, que exige la participación activa del paciente. No se trata de inflar globos ni de mascar chicle, sino de establecer un plan de trabajo específico guiado inicialmente por el terapeuta, en el que se reentrena la actividad muscular de la cara, con un adecuado control motor. Se usan también medicamentos neuromodulares, cuando hay alteraciones en el tono muscular”.
 

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