(AZprensa)
En la carrera espacial se está dedicando una especial atención a los cometas y
asteroides, con el envío de sondas que aterrizan en ellos y de otras que además
van a tomar muestras y a regresar a la
Tierra. La clave está en que muchos asteroides contienen agua (en forma de
hielo) y una importante variedad de metales (hierro, níquel, cobalto, platino,
etc. Según se ha estimado, por cada tonelada de material que se necesita para
construir una nave espacial, podrían obtenerse 1.000 toneladas en algunos de
estos asteroides, y en el momento en que seamos capaces de extraer de los
asteroides esos metales y minerales, los costes de la carrera espacial se
abaratarían de manera considerable.
Los
primeros pasos ya se están dando aunque de momento sólo vamos a ser capaces de
traer algunos gramos. Si recordamos, la última vez que el ser humano viajó al
espacio y regresó de él con rocas de un mundo lejano fue en diciembre de 1972,
gracias a la misión Apolo XVII, la última de las siete que consiguieron
aterrizar y regresar después a nuestro planeta. Han pasado más de 40 años hasta
que, por fin, la NASA lanzó el 8 de septiembre de 2017 una sonda –esta vez sin
tripulación- hacia un asteroide lejano, la cual aterrizará, tomará muestras y
regresará a la Tierra para que podamos analizarlas aquí.
La
nave OSIRIS-REx (Regolith explorer) es del tamaño de un automóvil pequeño y estudiará
en detalle el asteroide Bennu. Según los responsables de la NASA “esta misión
representa una valiosa oportunidad para aprender más sobre los orígenes de
nuestro sistema solar, las fuentes de agua y moléculas orgánicas en la tierra y
los riesgos y recursos en el espacio cercano a la tierra”.
Bennu (ver imagen) es un asteroide de unos 490 metros de diámetro que tarda 436 días en completar
una órbita alrededor del Sol y que, en algunos momentos de la misma, se coloca
por dentro de nuestra propia órbita, aunque sin peligro de colisión ya que está
en diferente plano orbital. No pertenece al cinturón de asteroides que está
entre Marte y Júpiter pero es un buen ejemplo de cuáles son los proyectos de
futuro de la exploración espacial.
La
sonda recogerá unos 60 gramos de polvo de este asteroide con un brazo robótico
y lo traerá de vuelta a la Tierra para que sea analizado aquí. La llegada al
asteroide está prevista para el año 2019 y el regreso para el año 2023, y es
que las distancias en el Universo nos demuestran lo pequeños e insignificantes
que somos, aunque no por eso menos atrevidos.
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