(AZprensa) Una forma muy motivadora de retribuir a los
empleados es facilitarles un coche de empresa. Hoy analizaremos el modelo
implantado hace 20 años por un laboratorio farmacéutico…
Todos los directores, jefes de departamento y mandos
intermedios, recibían un coche de empresa que podían utilizar para su vida
privada y se cambiaba por otro nuevo cada cuatro años. El nivel del coche
dependía del nivel del puesto. Para un jefe de departamento el coche estaba en
torno a los 45.000 euros que es lo que cuesta, por ejemplo, un Volvo V60. Pero
lo más curioso es que no se adjudicaba un coche sino un importe de dinero que
el interesado podía utilizar para pedir el coche que quisiese con los extras
que quisiese. Como la operación se hacía a través de una empresa de leasing, no
se podía pedir cualquier marca o modelo, pero sí que se daba un amplio abanico
de opciones entre varias marcas. Después, una vez elegida la marca, el empleado
podía elegir un modelo con más o menos extras hasta llegar al precio límite
fijado.
En el caso de los visitadores médicos el coche era una
herramienta de trabajo y estos además del coche recibían dinero por el
kilometraje y un trato diferencial; pero en el caso de los empleados de
oficinas, el coche era realmente un complemento al sueldo y no lo necesitaban
para asuntos laborales (aunque sí podían hacerlo de vez en cuando) sino para su
vida privada. Realmente, para los asuntos laborales siempre se utilizaban los
taxis (si el desplazamiento era por la ciudad) o el avión o el tren (si había
que desplazarse a otra ciudad). Por consiguiente el coche era enteramente para
uso y disfrute en el ámbito privado… y sin embargo la empresa corría con el
coste de la revisión anual, del seguro a todo riesgo, etc. El usufructuario de
cada coche sólo tenía que pagar su propia gasolina… y a veces ni eso…
Y digo esto porque, en este caso concreto, se tuvieron en
cuenta eso que en el ámbito laboral se llama “derechos adquiridos”. Así, había
una parte de los empleados (provenientes de una de las empresas del nuevo
grupo) utilizaban históricamente el coche de empresa para gestiones dentro de
la ciudad (en vez de estar utilizando taxis cada vez que salían a realizar una
gestión) y también para viajes con motivo laboral a otras ciudades. Cuando
viajaban a otra ciudad hacían una nota a final de mes con el kilometraje, pero
los recorridos realizados dentro de la ciudad no contaban para eso, sino que se
les daba todos los meses una cantidad de dinero suficiente para llenar tres o cuatro
veces el depósito de gasolina.
Cuando estos trabajadores se integraron en el nuevo grupo, el coche ya no se utilizó más (salvo excepciones) para gestiones laborales, pero esos trabajadores recibieron a partir de ese momento una paga mensual para gasolina, aun a sabiendas que esa gasolina sólo se iba a consumir en gestiones de la vida privada y familiar.
Y además, cuando en alguna ocasión utilizaban el coche
para un viaje de empresa (pocas veces porque esos desplazamientos siempre se
hacían en taxi, tren o avión), se les pagaba por el kilometraje. El coche de
empresa era, pues, sólo para uso y disfrute personal y con todos los gastos
pagados.
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Cuando estos trabajadores se integraron en el nuevo grupo, el coche ya no se utilizó más (salvo excepciones) para gestiones laborales, pero esos trabajadores recibieron a partir de ese momento una paga mensual para gasolina, aun a sabiendas que esa gasolina sólo se iba a consumir en gestiones de la vida privada y familiar.
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