viernes, 25 de diciembre de 2020

El coche de empresa como retribución y motivación

(AZprensa) Una forma muy motivadora de retribuir a los empleados es facilitarles un coche de empresa. Hoy analizaremos el modelo implantado hace 20 años por un laboratorio farmacéutico…
 
Todos los directores, jefes de departamento y mandos intermedios, recibían un coche de empresa que podían utilizar para su vida privada y se cambiaba por otro nuevo cada cuatro años. El nivel del coche dependía del nivel del puesto. Para un jefe de departamento el coche estaba en torno a los 45.000 euros que es lo que cuesta, por ejemplo, un Volvo V60. Pero lo más curioso es que no se adjudicaba un coche sino un importe de dinero que el interesado podía utilizar para pedir el coche que quisiese con los extras que quisiese. Como la operación se hacía a través de una empresa de leasing, no se podía pedir cualquier marca o modelo, pero sí que se daba un amplio abanico de opciones entre varias marcas. Después, una vez elegida la marca, el empleado podía elegir un modelo con más o menos extras hasta llegar al precio límite fijado.
 
En el caso de los visitadores médicos el coche era una herramienta de trabajo y estos además del coche recibían dinero por el kilometraje y un trato diferencial; pero en el caso de los empleados de oficinas, el coche era realmente un complemento al sueldo y no lo necesitaban para asuntos laborales (aunque sí podían hacerlo de vez en cuando) sino para su vida privada. Realmente, para los asuntos laborales siempre se utilizaban los taxis (si el desplazamiento era por la ciudad) o el avión o el tren (si había que desplazarse a otra ciudad). Por consiguiente el coche era enteramente para uso y disfrute en el ámbito privado… y sin embargo la empresa corría con el coste de la revisión anual, del seguro a todo riesgo, etc. El usufructuario de cada coche sólo tenía que pagar su propia gasolina… y a veces ni eso…
 
Y digo esto porque, en este caso concreto, se tuvieron en cuenta eso que en el ámbito laboral se llama “derechos adquiridos”. Así, había una parte de los empleados (provenientes de una de las empresas del nuevo grupo) utilizaban históricamente el coche de empresa para gestiones dentro de la ciudad (en vez de estar utilizando taxis cada vez que salían a realizar una gestión) y también para viajes con motivo laboral a otras ciudades. Cuando viajaban a otra ciudad hacían una nota a final de mes con el kilometraje, pero los recorridos realizados dentro de la ciudad no contaban para eso, sino que se les daba todos los meses una cantidad de dinero suficiente para llenar tres o cuatro veces el depósito de gasolina.
Cuando estos trabajadores se integraron en el nuevo grupo, el coche ya no se utilizó más (salvo excepciones) para gestiones laborales, pero esos trabajadores recibieron a partir de ese momento una paga mensual para gasolina, aun a sabiendas que esa gasolina sólo se iba a consumir en gestiones de la vida privada y familiar.
 
Y además, cuando en alguna ocasión utilizaban el coche para un viaje de empresa (pocas veces porque esos desplazamientos siempre se hacían en taxi, tren o avión), se les pagaba por el kilometraje. El coche de empresa era, pues, sólo para uso y disfrute personal y con todos los gastos pagados.
 

“El legado farmacéutico de Alfred Nobel”, de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa: https://amzn.to/3lkv5h8

No hay comentarios: