lunes, 21 de diciembre de 2020

Frente a las epidemias de gripe hace un siglo...

(AZprensa) De cómo se combatían las epidemias de gripe hace 100 años nos ofrece un buen ejemplo este extracto del libro “Médico, periodista y poeta” que narra la vida de un polifacético médico, epidemiólogo, inventor, ecologista, periodista y poeta que ejerció en un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real:
 
Entre las diferentes epidemias que afectaron a Daimiel a finales del siglo XIX y principios del siglo XX hay que incluir la gripe. Aunque hoy se dispone tanto de vacunas como de remedios farmacológicos para paliar sus efectos, en aquellos años era realmente difícil combatirla, labor que dificultaba su facilidad de contagio y un hecho concreto que vino a complicarlo más aún: la aparición por mutación de diferentes cepas del virus, convirtiendo a la gripe en una enfermedad mortal en muchos casos.
 
En 1918 y ante la posibilidad de que una epidemia alcanzase a Daimiel, puesto que se habían dado casos en pueblos vecinos, fue convocada la Junta Local de Sanidad. Como no eran muchos los casos se consideró exagerado declarar la epidemia, decantándose por la medida más prudente de poner en marcha una serie de medidas preventivas. Entre estas figuraban:
Recoger y retirar de toda vía pública, tanto la tierra como cualquier otro desperdicio que pudiera obstruir el correcto drenaje de las aguas, con la posterior acumulación y estancamiento de las mismas.
Regar las calles dos veces al día; tanto lo que constituía la acera como lo que era el propio centro de la vía.
También la plaza del pueblo debía ser igualmente regada dos veces al día, pero en este caso mediante una bomba de incendios para imprimir al agua mayor presión, dado que este solía ser el lugar de mayor concentración de población.
 
Sin embargo unos meses después se comprobó que estas medidas preventivas habían resultado insuficientes, viéndose obligados a declarar finalmente el estado de epidemia.
 
Lo mismo o parecido sucedió en 1919 por lo que en esta ocasión se adoptaron las siguientes medidas:
Obligar a los dueños de basureros y pozos negros bien a proceder a la extracción de los mismos, bien a arrojar cal viva o cualquier otro medio de desinfección con el fin de evitar emanaciones que pudieran constituir cualquier peligro. Eso sí, todas las sustancias desinfectantes serían proporcionadas por el Consistorio, pudiendo los afectados recogerlas en el Laboratorio Municipal.
Potenciar la limpieza de las vías públicas, penalizando a todo el que las usase de un modo poco cívico, con una frecuencia de riego de dos veces al día.
Cerrar los colegios aunque no otros centros públicos de reunión.
 

Fuente: “Médico, periodista y poeta”, de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa: https://amzn.to/3bRZpfZ

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