miércoles, 13 de diciembre de 2017

La coliflor

(AZprensa) Una de esas joyas que nos ha regalado la historia del periodismo es la efímera pero apasionante y productiva aparición del diario “El Eco de Daimiel” (1885-1890) que se subtitulaba “Periódico político, de ciencias, literatura y artes”. Este diario dejaba siempre un pequeño rincón a la poesía, algo que debiera estar más presente en nuestra vida. A nivel personal, he recogido su historia en el libro “Médico, periodista y poeta)”, del que están disponibles tanto una edición impresa como una edición digital. 
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Hoy rescatamos uno de aquellos poemas que lleva aparejada, además, una sonrisa.

La coliflor

En buena tierra plantada,
regada con agua impura
y al calor de la basura,
pronto crecí alborozada.
Hoy, doncella codiciada,
a ninguno le disgusto,
y como a todos doy gusto
y libre y feliz me veo,
alegre me balanceo
sobre mi tallo robusto.

Soy fea, yo me alabo,
soy rechoncha, no gentil,
mas quiérenme el perejil,
el cardo, el apio y el nabo;
quien diga que tengo pavo,
que soy sosa, fría, yerta,
vive Dios que no lo acierta,
que si bien se me examina
soy la tajada más fina
de las tajadas de huerta.

Comida sola doy miedo,
pero aquél que mi cogollo
prueba mezclado con pollo,
de gusto se chupa el dedo.
Por lo tanto, decir puedo
sin modestia ni rubor,
pues que en todo comedor
mi nombre se inmortaliza,
¡Soy la mejor hortaliza!
¡Me llamo la Coliflor!

José María Díez

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