(AZprensa) En estas fechas navideñas “AZprensa”
quiere rendir homenaje a todos los profesionales de la Comunicación que
trabajan en la industria farmacéutica recordando el artículo que publicamos
hace un par de años y que –por desgracia- sigue manteniendo toda su vigencia.
Para todos los demás, bueno será leer este artículo para conocer cómo los
laboratorios farmacéuticos siguen escondidos en sus cavernas:
Directores de Comunicación prisioneros (por Vicente
Fisac)
“Hubo un tiempo no muy lejano, allá por los primeros
años de este siglo, cuando los laboratorios farmacéuticos salieron de la
caverna y comenzaron a contactar con la sociedad, a contar las cosas que
hacían, cómo eran sus empresas, en qué invertían el dinero que ganaban, qué
clase de avances terapéuticos habían logrado para mejorar nuestra salud... y
para ello impulsaron la figura de los Directores de Comunicación.
Eran estos –por lo general- periodistas y expertos
comunicadores, y contaban con el apoyo de los presidentes de las grandes
compañías. Eso sí, todo hay que decirlo, los presidentes de las filiales
españolas les dieron un voto de confianza y libertad para desarrollar
profesionalmente su trabajo porque desde las centrales internacionales así se
lo exigían. Eran frecuentes, entonces, reuniones internacionales donde los
Directores de Comunicación de cada país compartían sus experiencias, desarrollaban
objetivos comunes, formaban un equipo dispuesto a mostrar al público todo lo
bueno que hacían los laboratorios... y dispuestos también a atender las
peticiones de los periodistas y responder de inmediato a sus preguntas por muy
comprometidas que estas fueran.
Los Directores de Comunicación escribían sus Notas
de Prensa pensando como periodistas, esto es, pensando en lo que podía
interesar a los lectores. Se prodigaban dando conferencias, escribiendo
artículos, organizando Ruedas de Prensa, Mesas redondas, gestionando
entrevistas con portavoces externos e internos y... sí, debían padecer también
una censura interna. Pero esa censura interna, vista ahora unos cuantos años
más tarde, nos parece realmente insignificante y anecdótica. Entonces, cada texto
periodístico que debía llegar a los medios de comunicación era revisado por un
médico de la compañía (lo cual es lógico puesto que ellos eran comunicadores no
médicos y se les podía colar algún error de concepto o de terminología) y, en
algunos casos, también por el propio presidente o algún otro directivo. En casi
todos los casos, quienes debían revisar el texto sabían que “actualidad” es
“hoy” no “mañana” ni “dentro de unos días” y por eso, en el mismo día o en 24
horas máximo, el Director de Comunicación tenía el OK para lanzar al mundo ese
mensaje.
Eso era entonces. ¿Qué ha pasado hoy? Debo reconocer
que me aterra ver las Notas de Prensa que llegan a las redacciones. Detrás de
ellas seguramente hay un Director de Comunicación, pero... prisionero. Decenas
de censores han revisado previamente esos textos, los han comentado y llevado a
reuniones, los han rectificado una y otra vez, y al cabo de varios días, tal
vez más de una semana, le han dicho al Director de Comunicación “ya puedes
enviarlo”.
¿Cómo son esos mensajes?
Para empezar, un titular de más de dos líneas de
texto (a veces cuatro), incluso escrito todo en mayúsculas, con el nombre del
producto bien destacado, por supuesto, así como la última ventaja que le
adorna.
Después un resumen de las dos o tres ventajas más
importantes del producto o del laboratorio, las cuales se desarrollarán más
ampliamente en el texto posterior.
Por fin llegamos al texto y allí encontramos un sin
fin de siglas, términos médicos y científicos, datos relevantes de la investigación
y conceptos estadísticos de los que usan los investigadores... todo ello en un
lenguaje que sólo los especialistas llegan a comprender plenamente. ¡Ah! ¡Y con
frecuencia cada frase va acompañada de una referencia bibliográfica que la
apoya, tal como se hace en los folletos publicitarios que se usan en visita
médica!
Finalmente, cuando creíamos que todo había acabado,
aún hay más: un amplio texto relativo a quién es ese laboratorio, relación de
sus principales marcas, cotización de sus acciones en bolsa, derechos de
propiedad intelectual, etc.
Es evidente que el Director de Comunicación no ha
escrito eso, porque “eso” no es una Nota de Prensa, es un documento
propagandístico y defensivo (no sólo uno o varios médicos lo han revisado, ni
uno o varios directivos, también lo ha revisado algún abogado). Por supuesto
“eso” sólo habla del producto y del laboratorio, no habla de lo que siente el
paciente, de lo que espera, de lo que puede aliviar su enfermedad. Todo está
escrito desde la óptica del egocentrismo, demostrando que son incapaces de
hablar de tú a tú al paciente y contarle las cosas de tal forma que pueda
entenderlas. Porque un buen periodista (trabaje para quien trabaje) debe
escribir (si le dejan, claro) para su lector, pensando en lo que le interesa a
su lector, de una forma atractiva para su lector y fácilmente comprensible.
Los Directores de Comunicación de la industria
farmacéutica –en general- hoy no pueden (no les dejan) comunicarse con el
público tal como ellos desearían, se ven obligados a ceder ante tales
imposiciones de sus superiores, e incluso, en muchos casos, su misión es la de
hacer de “barrera” para que el acoso de los periodistas en busca de noticias no
alcance a los directivos. La transparencia informativa de la industria farmacéutica
ha vuelto a quedar encerrada en la caverna”.
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