(AZprensa) Existen dos
medidas en Salud Pública que han tenido un extraordinario impacto en la situación
sanitaria mundial y han contribuido a mejorar la calidad de vida y disminuir la
mortalidad de la población a lo largo de los años: La potabilización del agua y
la vacunación. Pero esta última ha sido “víctima de su propio éxito” y hoy en
día son muchas las voces que las critican y ponen en tela de juicio la
conveniencia de su utilización argumentando que se han producido algunas
muertes o episodios graves, por otra parte, como cualquier medicamento. Las
vacunas, como cualquier medicamento, tienen también sus riesgos (en el caso de
las vacunas mucho menores que en el caso de los medicamentos) pero sus
beneficios son abrumadoramente superiores. Hemos ido olvidando que las vacunas son
una de las medidas sanitarias que mayor beneficio han producido y siguen
produciendo a la humanidad, previniendo enfermedades causantes de grandes
pandemias, muertes y secuelas. Benefician tanto a las personas vacunadas como a
las no vacunadas y susceptibles que viven en su entorno, desarrollando lo que
se denomina, inmunidad de grupo.
Mediante las vacunas
se ha conseguido erradicar la viruela y se está logrando la erradicación de la
poliomielitis en el mundo. Gracias al plan para la eliminación del sarampión y
la rubéola, estas patologías han dejado de ser un problema en nuestro medio,
cuando eran causa frecuente de encefalitis y minusvalías psíquicas hace tan
sólo unos años. Cada vez son más raros los casos de enfermedades infecciosas
como difteria y, cuando suceden, provocan brotes entre población no vacunada.
Otras enfermedades
como tosferina, tétanos, hepatitis B y meningitis meningocócica, están siendo
controladas gracias a la vacunación de la población pediátrica y de adultos
susceptibles.
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