jueves, 7 de diciembre de 2017

Las vacunas, víctimas de su propio éxito

(AZprensa) Existen dos medidas en Salud Pública que han tenido un extraordinario impacto en la situación sanitaria mundial y han contribuido a mejorar la calidad de vida y disminuir la mortalidad de la población a lo largo de los años: La potabilización del agua y la vacunación. Pero esta última ha sido “víctima de su propio éxito” y hoy en día son muchas las voces que las critican y ponen en tela de juicio la conveniencia de su utilización argumentando que se han producido algunas muertes o episodios graves, por otra parte, como cualquier medicamento. Las vacunas, como cualquier medicamento, tienen también sus riesgos (en el caso de las vacunas mucho menores que en el caso de los medicamentos) pero sus beneficios son abrumadoramente superiores. Hemos ido olvidando que las vacunas son una de las medidas sanitarias que mayor beneficio han producido y siguen produciendo a la humanidad, previniendo enfermedades causantes de grandes pandemias, muertes y secuelas. Benefician tanto a las personas vacunadas como a las no vacunadas y susceptibles que viven en su entorno, desarrollando lo que se denomina, inmunidad de grupo.

Mediante las vacunas se ha conseguido erradicar la viruela y se está logrando la erradicación de la poliomielitis en el mundo. Gracias al plan para la eliminación del sarampión y la rubéola, estas patologías han dejado de ser un problema en nuestro medio, cuando eran causa frecuente de encefalitis y minusvalías psíquicas hace tan sólo unos años. Cada vez son más raros los casos de enfermedades infecciosas como difteria y, cuando suceden, provocan brotes entre población no vacunada.

Otras enfermedades como tosferina, tétanos, hepatitis B y meningitis meningocócica, están siendo controladas gracias a la vacunación de la población pediátrica y de adultos susceptibles.

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