(AZprensa) La
vida está hecha de múltiples instantes, de infinitos instantes. Y en medio de
ese universo de instantes nos vamos moviendo todos. Cuando nos encontramos,
creemos que ese instante es el comienzo de algo nuevo, que aquello y todo lo
que pensamos vendrá detrás nos pertenece; pero cuando queremos darnos cuenta,
todo aquello ha pasado y nosotros nos encontramos en otro instante diferente, y
nada de lo que nos rodeaba entonces se ofrece ahora a nuestra vista. La vida es
un instante y nosotros nos reencarnamos constantemente de un instante a otro
instante, y a otro, y a otro…
Por donde pasaste
Vas
abriendo caminos por la vida,
horadando
la espesura con tu cuerpo,
sintiendo
el dolor punzante de la lucha
contra
un mundo hostil embravecido.
Sigues
siempre adelante, voluntad de hierro,
empujando
con tu alma y tus deseos
por
seguir avanzando en tu camino incierto
que
se retuerce y gira –a veces- sobre sí mismo,
sin
saber que es a ti misma lo que buscas
en
algún punto, allá lejos de tu cuerpo.
Perforas
la maleza de ruidos, de trabajo,
de
amenazas, de alegría y descontento,
pero
miras siempre hacia adelante,
satisfecha
como estás de tus esfuerzos,
y
no reparas que allá atrás,
vas
dejando un vacío:
Es
el hueco abandonado
por
donde pasó tu cuerpo.
Quien
te rozó te amó... mas ya te has ido.
Tu
imagen fue la luz... de aquél instante.
Tu
aliento fue ese aire que dio vida... y ahora
sólo
queda tu recuerdo y un inmenso vacío,
oscuridad…
silencio.
(Vicente
Fisac, “Algo así”, Editorial Bubok)
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