(AZprensa)
Para la Asociación Española de Medicamentos Genéricos (AESEG) es un hecho
preocupante que la evolución de las ventas de medicamentos genéricos en España
se haya estancado, y no solo eso, sino que en el año 2017 han presentado una
evolución negativa, lo que califican de “realmente inédito y preocupante”.
Recordemos
que medicamento genérico significa copiar un medicamento original una vez ha
expirado la patente del mismo y, al no tener que asumir los costes millonarios
de su investigación y desarrollo, lo pueden poner a la venta a un precio
irrisorio.
Según
el ministerio de Sanidad, los genéricos ahorran entre 400 y 500 millones de
euros al año a la sanidad pública, entendiendo como tal ahorro que en vez de
recetar las marcas originales, recetan las copias con precio de saldo (incluso
algunas Comunidades Autónomas hacen subastas a la baja para ver quién lo vende
más barato).
Entonces,
¿por qué se han estancado sus ventas? Hagamos un breve repaso:
1.-
El Real Decreto 9/2011, obligó a los médicos a recetar por principio activo y
no por marca comercial como hasta entonces y a la hora de acudir a la farmacia
esta debía dar el más barato, es decir, el genérico más barato. Los genéricos
vieron abiertas las puertas del cielo.
2.-
El Decreto 16/2012, modificó el anterior para discriminar positivamente a los
genéricos: aunque la marca original bajase su precio a nivel de genérico,
habría que dispensar siempre el genérico. Los genéricos llegaron al paraíso.
3.-
Un disposición de la Ley de Presupuestos Generales del Estado de 2016 (LPGE), consideró
que esa discriminación era ilegal, ya que si se trataba de ahorrar, habría que
dispensar el más barato, fuese genérico o marca original. Los genéricos perdieron,
pues, sus privilegios y los laboratorios investigadores pudieron seguir
vendiendo sus productos originales aunque fuese a precio de saldo, pero mejor
era eso que nada.
Como
esto ha conducido a la situación actual en que los genéricos ya no crecen, han contraatacado
y parece ser que el ministerio de Sanidad prepara una estrategia nacional que
favorezca a estos medicamentos, la cual incluiría, por ejemplo, dar más dinero
a aquellas Comunidades Autónomas donde más genéricos se receten (recordemos que
hay una gran desigualdad y mientras en unas Comunidades Autónomas los genéricos
representan un 33 por ciento, en otras llegan hasta un 54 por ciento).
Será
una forma indirecta de obligar a los médicos a que receten genéricos aunque
cuesten lo mismo la marca original, ya que así se podrán beneficiar de ese
premio económico. Pero resulta que si lo que se buscaba era el ahorro y tanto
genéricos como marcas originales cuestan lo mismo ¿a cuento de qué viene dar
dinero a los que receten más genéricos? Es otra forma indirecta de discriminación
positiva a favor de los genéricos y no supone ningún ahorro –ya que ambos
cuestan lo mismo- sino todo lo contrario, un gasto adicional para el ministerio
que tendrá pagar a quienes más se inclinen por los genéricos.
Como
se ve, los lobbies o grupos de influencia
funcionan y ahora quienes defienden los genéricos tratan de recuperar su supremacía.
Mientras tanto los pacientes siguen siendo los grandes olvidados, les darán
copias en vez de productos originales aunque ambos cuesten lo mismo, y como el
aumento en ventas de los genéricos llevará aparejada una paga extra a las
Comunidades que se distingan en este aspecto, ese dinero –que no lo olvidemos,
viene de los impuestos- saldrá del bolsillo de los ciudadanos.
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