(AZprensa) Los autores
de la novela de humor "El dulce gorjeo del buitre en celo" en donde el humor
alcanza el estado de gracia, han comprobado de primera mano (más bien de propio
estómago) la calidad y variedad de las pizzas del restaurante “Marquinetti” en
Tomelloso (Ciudad Real), al que han hecho partícipe de algunos episodios de su
novela.
En una de estas ocasiones,
recogieron sus andanzas en un poema de 14 quintetos con ritmo y rima, métrica
libre y mucho humor, para informar al público de su experiencia.
Y si las pizzas de “Marquinetti” dejan tan buen sabor de boca...
¡qué mejor que adornarla con una sonrisa!
Y si las pizzas de “Marquinetti” dejan tan buen sabor de boca...
¡qué mejor que adornarla con una sonrisa!
LA PIZZA ES ARTE, LA
PIZZA ES VERSO
Rapunzel está
triste... ¿qué tendrá Rapunzel
que sus tripas se
mueven y agitan gritando
-con ansias y afán
desmedido- que quieren comer,
que sueña con pizzas,
por verlas entrando
-una tras otra- en su
boca, a granel?
Cierra los ojos y
piensa en un bello rincón,
en un lugar de La
Mancha que siempre recuerda,
de aromas sublimes a
pizza... y allí en su sillón
sabores y olores
recrea
y segrega saliva a
raudales... cual perro Paulov.
La princesa despliega
sus alas de buitre
y alza imponente su
regia figura,
llama al lacayo y este
le sigue
“¡Vamos Mercedes! –le
dice- ¡apura!
¡que tengo un hambre
de tigre!”.
“De tigre no, de ave,
señora –responde el lacayo-
que vos sois buitre
manchego”.
“Bien dicho: Buitresa,
entonces. ¡Nos vamos!”.
Y atravesando los
cielos
la buitresa y su
familia abandonan Puertollano.
Otros buitres en
Madrid, sienten olor a pitanza
y emigran como otras
aves
buscando llenar su
panza
y se dirigen al sur,
pues ya saben
que los caminos
(todos) van a La Mancha.
En La Mancha hay un
lugar que es por demás hermoso,
no por sus largas
calles ni sus aceras estrechas,
no por su loco vecino
ni su pintor tan famoso,
sino por un tal
Marquina y sus pizzas que alientan
a volar para comer y
alegrarse: es Tomelloso.
Allí llegan estos
buitres, allí llegan y se encuentran
junto al sin par
Marquinetti que les rinde pleitesía
pues no en vano le
comentan
que sus pizzas son de
récord y ¡qué osadía!
¡sus andanzas han
plasmado en una sin par novela!
Se posan en sus
asientos y con las alas abiertas
van pidiendo que les
sirvan los manjares
mientras beben unas
birras y el buen vino de la tierra,
aunque esta vez sí que
paguen
estos buitres
sinvergüenzas.
Una entradita especial
y ensalada de atún rojo,
una ensalada de pasta
y espaguetis boloñesa,
putaditas muy
crujientes, “eso es lo que yo escojo”
dice un anciano
buitre, mientras se llena la mesa
y van picando a su
antojo.
Después viene de entre
todas, la más bella:
Dulcinea del Toboso,
que no es dama ni
princesa
sino pizza... de
Tomelloso
con su carne de perdiz
y una flor en todo el lomo.
Pero una pizza es muy
poco
para buitres tan
hambrientos.
Vegetal, de jamón y
¡ojo!
que en la cocina hay
pizzeros
manteniendo vivo el
horno.
Pero los buitres
exhaustos
abren sus picos y
piden
“un café”; pues ya sus
bustos
adquieren tal redondez
que miden
tal... ¡que da susto!
Volverán por
Tomelloso...
los oscuros buitres a
comer
y se sentirán dichosos
al poder reconocer
que las pizzas son
tesoros
y que Marquina, él
solo
les ha llevado a saber
que la pizza es como
el oro,
y estos buitres bien
dan fe
de un manjar tan
primoroso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario