Cuando alguien sufre un infarto de miocardio,
estos son algunos de los primeros síntomas que manifiesta: dolor en el pecho,
en el brazo y/o en el cuello; sudoración; náuseas... a lo que puede seguir la
pérdida de conocimiento así como la falta de pulso y de respiración.
Ante una situación de este tipo es
fundamental actuar con rapidez y así, mientras alguien llama a los servicios de
urgencias, otro deberá tratar de reanimarlo. Para ello deberá realizar ciclos
de 30 compresiones en el pecho, las cuales deben ser rápidas y fuertes,
deprimiendo el pecho unos cinco centímetros, tras las cuales se realizarán dos
insuflaciones de aire por la boca. Esto deberá repetirse cíclicamente hasta que
lleguen los servicios de emergencias. Si, mientras tanto, el paciente recupera
la consciencia, habrá que colocarlo de lado a fin de evitar que aspire un
eventual vómito o su propia lengua.
Así lo ha explicado el doctor Juan Carlos
Rodríguez Borregán, del hospital de Valdecilla (Cantabria), el cual ha
declarado a los medios de comunicación que tan sólo en Cantabria se producen
cada año 250 paradas cardiorrespiratorias y que la rapidez con que se actúe
resulta fundamental para salvar la vida de esos pacientes y ha explicado de forma
muy gráfica que por cada minuto que se retrasa la desfibrilación de un
infartado se reduce en un 10 por ciento la posibilidad de supervivencia del
mismo.
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