(AZprensa) La supervivencia
de una farmacia es para muchos una labor titánica, de auténticos héroes.
Tradicionalmente, su principal fuente de ingresos provenía de la dispensación
de medicamentos financiados por la sanidad pública pero en los últimos años,
las sucesivas bajadas de precio de los mismos, la irrupción y actual dominio de
los genéricos, las medidas de copago que hacen desistir de la compra del
medicamento a muchos pacientes, etc., han hecho descender no sólo el volumen de
unidades de venta sino también –y de forma mucho más acentuada- el volumen de
facturación. Pero por si esto no fuera poco, ese principal comprador que es la
sanidad pública se demora constantemente en los pagos, de tal forma que el
farmacéutico tiene que adelantar su propio dinero e incluso hipotecar sus
propiedades para poder seguir pagando al mayorista por los medicamentos que
está obligado a vender a pesar que quien se lo exige (la Administración
sanitaria) se los paga tarde y mal. No es broma; son muchas las farmacias que
han tenido que cerrar y muchas las que han tenido que hipotecarse o pedir
créditos para poder seguir vendiendo medicamentos de los que no sabe cuándo se
los pagarán. Y por supuesto, la Administración sanitaria se hace la loca cuando
le recuerdan que si han tenido que pedir créditos por su culpa pues que cargue
con el pago de los intereses; y evidentemente ha tenido que ser el propio
farmacéutico quien ha tenido que pagarlos.
Ante tan negro
panorama, Enrique Ordieres (en la imagen), presidente de laboratorios Cinfa, ha ofrecido
algunos apuntes para la esperanza. En su intervención en “Farma Forum” ha
recordado que antes la farmacia sólo tenía una función logística (dispensación
de medicamentos) y vivía en una situación estable (mayoría de sus ingresos
provenientes de la sanidad pública, crecimientos anuales de las ventas,
márgenes estables, etc. Todo eso acabó a partir de un punto de inflexión que
fija en el decreto RDL 05/2000 y prueba de ello es que el gasto en medicamentos
con receta en 2013 ha sido igual al que se obtuvo en 2003.
De cara al futuro declaró que “la Farmacia ha de pasar de ser un punto de venta de productos para la enfermedad, a un punto de venta de productos para la salud”. Ordieres puso en valor el hecho de que “la Farmacia es el punto sanitario más accesible al ciudadano” y esto le permite ofertar muchos otros productos y servicios: atención farmacéutica, seguimiento, prevención y cribado de enfermedades, investigación, venta de productos para la salud y medicamentos OTC y no financiados, etc. Esa diversificación hará posible que la dependencia de la sanidad pública se reduzca y en consecuencia mejore su tesorería.
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