(AZprensa) En opinión del doctor Bartomeu Massutí (Alicante), el
concepto calidad de vida es muy complejo y debe aproximar las valoraciones del
personal asistencial y de los propios pacientes. No se trata de medir la
respuesta al tratamiento, ni siquiera la prolongación de la supervivencia, sino
de responder a la exigencia de los pacientes y, probablemente de la sociedad
actual, para que las condiciones de vida de los enfermos sometidos a
tratamientos no curativos (enfermos de cáncer, por ejemplo) sean adecuadas para
ellos y para su entorno familiar.
Como resalta el doctor Massutí “la calidad de vida es un
concepto aplicable en cada momento, incluso en fases avanzadas de la
enfermedad”. De hecho –tal como explica- es un concepto dinámico, ya que es
definida por el paciente de acuerdo con unas expectativas y en una situación
variable, donde a lo largo del proceso de su enfermedad, la adaptación juega un
papel importante que puede mejorar la propia percepción de su calidad de vida.
Hasta ahora, las mediciones indirectas de la calidad de vida
(a través, por ejemplo, de la valoración de los síntomas, el consumo de
medicación, etc.) ya han sido consideradas para la aprobación de nuevas
indicaciones de fármacos en oncología, pero aún así siguen existiendo
dificultades a la hora de disponer de herramientas que permitan ajustar al
máximo esta valoración.
“Evidentemente –comenta Massutí- tenemos que lograr
aproximarnos a lo que realmente experimentan los pacientes. Valorar la calidad
de vida significa también crear un consenso entre los objetivos planteados por
los profesionales de la asistencia y los objetivos que sean más prioritarios
para los pacientes. El problema es que esto requiere una utilización de
instrumentos y de un proceso dialéctico que consume mucho tiempo, y el tiempo,
en la práctica asistencial, es una cuestión crítica”.
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