Con las reservas propias de una
investigación realizada sobre animales, cuya extrapolación a los humanos debe
hacerse siempre con las debidas reservas, un estudio dirigido por la directora del Centro de Investigación Cardiovascular
(CSIC-ICCC), Lina Badimon, publicado en la revista Basic Research in
Cardiology demuestra que “la ingesta moderada de cerveza puede favorecer la
formación del tejido cicatrizal reparativo tras sufrir un infarto".
Tal como ha explicado Badimon, "hemos detectado que la ingesta
moderada y regular de cerveza tradicional durante 21 días se asocia a un
aumento de los niveles de plasma de HDL. Sin embargo, el consumo de cerveza sin
alcohol, aunque no aumenta los niveles de HDL, es capaz de mejorar la calidad
de HDL haciendo que las partículas de HDL adquieran gran capacidad
antioxidante", ha señalado la experta.
Del mismo modo, los datos han revelado que, tanto la cerveza
tradicional como sin alcohol, puede disminuir la incidencia de arritmias y las
complicaciones derivadas de la isquemia durante la inducción del infarto de
miocardio, con lo que, a juicio de la experta, se podría confirmar un efecto
protector que resulta "más pronunciado" en los animales que
consumieron cerveza tradicional de forma leve a moderada.
Tanto el análisis entre grupos, como entre animales, ha arrojado una
mejora significativa de la función cardiaca global en los animales alimentados
con cerveza. "En conclusión, nuestros datos respaldan firmemente que la
cerveza, tanto sin alcohol como con contenido alcohólico de leve a moderado,
puede procurar una cardioprotección que supera los efectos nocivos
asociados a la dislipidemia en el miocardio infartado", ha recalcado
Badimon, si bien se recuerda que su abuso puede tener efectos dañinos.
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