(AZprensa) Franz
Humer (en la imagen), presidente saliente de Roche, ha hecho unas declaraciones
llenas de sentido común pero que, sin embargo, pocas veces se atreven a hacer
los directivos, casi siempre bastante sumisos ante los abusos de las
Autoridades sanitarias. Humer ha dicho que los países de la Unión Europea deben
valorar la innovación que aporta el sector farmacéutico con medidas que la
faciciliten en vez de torpedearla como es lo habitual, porque “si esas
inversiones se van, es difícil que vuelvan”. Y los Gobiernos deberían saber que
hay muchos países, por ejemplo en Africa y Asia, que acogen esas inversiones en
donde a las compañías (no sólo farmacéuticas sino de cualquier tipo) les
resulta mucho más barato fabricar. “Es necesario –ha añadido- que
Administraciones e industria diseñen de una nueva fórmula que valore la
innovación por su efectividad y su aportación social". Pero ¿le harán
caso? Lo más probable es que no.
También
en esta misma línea, el director general de la Federación Europea de Industria
Farmacéuticas (Efpia), Richard
Bergström, ha remarcado la necesidad de que los gobiernos den algunos pasos
para compensar la continua presión sobre los precios que tanto daño está
haciendo a la industria farmacéutica: "En Europa –ha dicho-
tenemos la capacidad humana, tecnológica y a nivel de equipamientos para
liderar el sector de la investigación en ciencias de la vida. Solo hay que
incentivar la inversión en I+D para retener a la industria y a los científicos
en nuestros países. La mejor forma de hacerlo es garantizar el acceso de los
pacientes a la innovación. De esa forma se estarían enviando las señales
correctas para que las compañías mantuvieran su actividad investigadora en el
continente europeo".
En
cualquier caso, queda preguntarse si los Gobiernos y las Autoridades sanitarias
europeas y nacionales harán caso a la alerta que han lanzado Humer y Bergström.
Lo más probable es que no, al menos en España.
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