Según datos manejados por la Sociedad Española de Neurología
(SEN) entre un 20 y 48 % de la población adulta sufre en algún momento
dificultad para iniciar o mantener el sueño. El trastorno más frecuente es el
insomnio (20-30%), seguido del síndrome de las piernas inquietas (5%) y del
síndrome de apneas-hipopneas del sueño (2-4%).
En los últimos años se han realizado numerosos estudios que analizan el
papel que el sueño parece ejercer en la restauración y fortalecimiento de los
diferentes circuitos neuronales. Algunos estudios recientes señalan la
importancia del sueño a la hora de que los niños fortalezcan las conexiones
entre el hemisferio izquierdo y derecho del cerebro; otros han estudiado cómo
el sueño puede mejorar el aprendizaje o cómo el cerebro consolida y afianza
conceptos nuevos o recuerdos durante el sueño. “Dormir
es fundamental para afrontar en perfectas condiciones la posterior vigilia,
para la supervivencia del individuo y para el correcto funcionamiento del
sistema nervioso. Cuando no se duerme adecuadamente hay un menor rendimiento
cognitivo, baja la concentración y, entre otras alteraciones cognitivas, se
producen fallos de memoria, cambios bruscos de humor y alteraciones en el
proceso de toma de decisiones”, señala
el Dr. Hernando Pérez, coordinador del Grupo de Estudio de Vigilia y Sueño de
la SEN.
Además, cuando no se consigue dormir adecuadamente por algún tipo de
trastorno, no solo se ve afectada la capacidad intelectual y el rendimiento,
sino que aumenta el riesgo de hipertensión y la probabilidad de sufrir un
ictus, además de agravar y/o aumentar la probabilidad del desarrollo de otro
tipo de enfermedades.
Pero ¿cuántas horas debemos dormir? “Se han presentado diversos trabajos que han relacionado la falta de
sueño, generalmente inferior a 6 horas, con aumento del riesgo vascular o con
disminuir la esperanza de vida. Y aunque todavía queda mucho por estudiar al
respecto, todo parece indicar que un término medio, es decir, unas 7-8 horas
diarias, es lo más indicado. Dormir más puede ser síntoma de que subyace alguna
enfermedad como la narcolepsia o una depresión o de que nuestro sueño no nos
repara por verse interrumpido por apneas, que es como se conocen a las
obstrucciones que experimente nuestra vía aérea durante el sueño en algunos
pacientes”, concluye el Dr. Hernando Pérez, resaltando que “el sueño debe ser de calidad y reparador. Cuando esto
no se consiga es el momento de visitar a un especialista”.
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